¿Sabemos votar?

VANGUARDIA - EL NUEVO DÍA
A una semana de los comicios para elegir próximos alcaldes, gobernadores, concejales y diputados, ¿qué tan informados están los ciudadanos a la hora de votar?

En una semana, 36 millones de colombianos habilitados para votar acudirán a las urnas y elegirán a sus próximas autoridades locales. Alcaldes, gobernadores, diputados, concejales y miembros de las Juntas Administradoras Locales, para el periodo 2020–2023, dependen de esa votación.

En el desarrollo de esta elección, el próximo 27 de octubre, se elegirán 32 cargos para gobernaciones en el país, 1.101 alcaldes, 12.063 concejales, 418 diputados y 6.814 ediles.

Más allá de los resultados, que no dejan de ser importantes, pues determinarán el futuro de las regiones del país, la otra cara de la moneda la protagonizan los propios votantes quienes, a fin de cuentas, son los encargados de decidir.

En torno a los electores se ha creado un sinnúmero de ideas tratando de indagar por su perfil.

“Los colombianos somos muy godos”; “nadie vota a conciencia”, “al ciudadano no le interesa la política”. Estos y muchos otros conceptos se han acomodado en el imaginario nacional, pero ¿cómo es realmente el perfil del votante colombiano?

De los 36.602.752 de colombianos habilitados como sufragantes para estas elecciones, 18.876.756 son mujeres y 17.725.996 son hombres.

Para Julián Escobar, investigador de la Universidad Piloto de Colombia, definir el perfil del votante colombiano no es tarea sencilla, pues la variedad y diversidad nacional determinan condicionantes regionales y locales muy diferentes.

“A grandes rasgos, el votante promedio colombiano suele estar en un rango de edad de 30 a 55 años. Tienen más tendencia a votar los hombres que las mujeres, aunque el porcentaje cada vez está más parejo. Suelen votar las personas que tienen mayor nivel socioeconómico y mayor grado de educación y es más común el voto urbano concentrado en la región andina que el voto rural y en otras regiones”, precisa.

En opinión de Alejandro Alvarado Bedoya, docente de la Universidad Industrial de Santander y director Ejecutivo de Estudios Sociales de Colombia, en las ciudades capitales el voto de opinión cada vez toma mayor fuerza, amortiguado por un progresivo acceso a la educación superior, además de la mejora en las capacidades de participación de las comunidades.

“Hay otros votos que son movilizados a través de líderes comunales, donde la gente no entiende la importancia del voto y lo ejercen simplemente como un ejercicio de recibir favores a cambio”, sostiene.

 

¿Voto informado?

Gerardo Martínez Martínez, analista político, pone en evidencia la efectividad de las redes sociales para atraer a los electores pero no para informarlos de manera verídica sobre ‘x’ o ‘y’ propuesta o candidato.

“Anteriormente las campañas y los candidatos hacían el esfuerzo de informar y para ello publicaban un folleto muy bien ilustrado sobre sus propuestas, asistían a foros y se les indagaba sobre sus aspiraciones. De un tiempo para acá, lo que más decide son los mensajes en la red, comunicaciones efectistas que la mayoría de las veces no divulgan lo que plantean en los planes de gobierno, sino que se dedican a apasionar al elector en contra de los otros”, señala.

Por su parte, el investigador de la Universidad Piloto de Colombia apunta que específicamente en Colombia existen serios problemas en términos de cultura política.

“Aquí no solo no estudian a profundidad los programas de sus candidatos, sino que diversos estudios han demostrado que, incluso en un lapso relativamente corto, olvidan por quién votaron para las Corporaciones Públicas como el Senado, la Cámara de Representantes, los Concejos Municipales o las Asambleas Departamentales. En ese sentido aparecen otros factores que determinan la motivación del voto como por ejemplo, la influencia de familiares o amigos, la exposición de los candidatos a los medios de comunicación o la identificación del candidato con un eslogan de campaña”, subraya Escobar.

Para Alvarado Bedoya, hoy en día hay un elector mucho más informado, por lo menos en las ciudades capitales, gracias a que hay mayor acceso a medios de comunicación o a plataformas digitales que crean contenidos de fácil difusión.

Sin embargo, también ha aumentado el grado de desinformación por las llamadas ‘Fake News’ (noticias falsas) y por todo tipo de manipulaciones que se dan al elector por parte de las campañas.

“Entre tanta información hemos perdido la capacidad de controlar y de discernir en lo que más se acerca a la realidad y aquello que no lo es”, anota el docente de la UIS.

 

¿De qué democracia hablamos?

Si bien el artículo primero de la Constitución Política de 1991 afirma que Colombia es una nación democrática y participativa, en los últimos 27 años se ha percibido un cambio en la forma de hacer gobierno. Campañas desenfocadas, elecciones acomodadas, desinformación y, sobre todo, escándalos de corrupción que diariamente salen a la luz.

“La democracia en el país ha cambiado de una manera muy importante, empezando por el surgimiento de nuevos partidos políticos, rompiendo con 100 años de bipartidismo, eso ha permitido el surgimiento de partidos con otras ideologías e incluso han llegado a gobernar ciudades capitales como Bogotá”, explica Alvarado Bedoya.

Y a renglón seguido, dice, “de igual manera hoy el país ve un agotamiento de las estructuras partidistas y por esta razón han pululado los movimientos significativos de ciudadanos que, a través de la recolección de firmas, o hacen un verdadero ejercicio honesto y desmarcado de estructuras políticas partidistas o intentan disfrazarse de ovejas renunciando previamente a los partidos donde han hecho su trayectoria y su carrera política”.

“Por estrategia se vendió el paradigma de que los partidos políticos no servían para nada, de que los movimientos no servían, que la política organizada no servía y estamos llegando a la política de personas”, refuerza Martínez Martínez.

En palabras del analista político, en la actualidad abundan las campañas difamatorias, pues lo que el elector ha querido con mucha insistencia es votar en contra y no a favor. “El plebiscito fue un ejemplo de eso y de ahí en adelante los publicistas y los manejadores de imagen se han dedicado más a ese punto que a convencer a punta de ideas. Hoy al elector no quieren convencerlo sino enfurecerlo, una táctica que ha dado resultado”, sustenta.

“La gente se fija en aquellos que descalifican, que son beligerantes, que se atreven a decir lo que una comunidad hastiada de politiquería quiere oír en contra de la politiquería y la corrupción. La gente no es cerebral, es más emocional”, añade.

A pesar de que la forma de hacer política cambió, que ya no se trata de llenar estadios, que la inmediatez de las redes sociales han facilitado la emisión y recepción de mensajes y que en las listas de candidatos abundan caras jóvenes, el abstencionismo sigue estando presente en cada contienda electoral.

En la segunda vuelta presidencial, que le dio la victoria a Iván Duque con 19 millones de votos sobre un censo electoral de 36 millones, el 47% de los votantes habilitados no ejerció su derecho.

 

Cifra

36 millones de colombianos están habilitados para votar en las próximas elecciones.

Credito
CLAUDIA ISABEL DELGADO SÁNCHEZ

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