Bombardeos: ¿efectivos o estrategias fallidas?

Crédito: Archivo / EL NUEVO DÍADatos del Centro de Memoria Histórica muestran registros de muertes de menores en bombardeos desde 2010, al final del segundo gobierno Uribe, a lo largo de los dos periodos de Santos y en lo que va del gobierno de Iván Duque.
Para 2016, con la firma del Acuerdo, se aseguró que llegaba el fin del conflicto, pero simultáneamente desde la Fiscalía se impulsó una ley de sometimiento que terminó por admitir que aún existía confrontación con grupos armados.
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La reciente situación de San José del Guaviare se suma a la ocurrida en Caquetá, en 2019, en la que perdieron la vida siete menores entre los 12 y 17 años de edad, y pese a que en esta ocasión el ministro de Defensa, Diego Molano, ha asegurado que los lineamientos de las operaciones se registraron bajo el estricto régimen de los derechos humanos, puso en tela de juicio el papel de los menores en la guerra.

La controversia suscitada por la presunta muerte de varios menores de edad en medio del bombardeo, efectuado por las Fuerzas Militares en contra del líder de las disidencias de las Farc, alias ‘Gentil Duarte’, reabrió el debate sobre la cruda realidad que ellos viven en la guerra, en la que están inmersos entre el reclutamiento y los bombardeos, una estrategia que para algunos trae pocos resultados.

Precisamente la historia de Colombia da cuenta que desde la época de la presidencia de Guillermo León Valencia se usaron los bombardeos con la llamada “Operación Soberanía” por tierra y aire, con helicópteros artillados que lanzaban ráfagas sobre lo que era un pequeño grupo armado derivado de las guerrillas liberales.

Esto causó un número importante de bajas en el Ejército y se da el origen de la organización que después fueron las Farc. Ese ataque buscaba, claro, eliminar a Manuel Marulanda y terminó exactamente en lo contrario, en convertirlo en el líder de la guerrilla más fuerte y sanguinaria del siglo 20.

La persecución con bombardeos en sí misma es un recurso en las guerras que, bien empleado, puede dar la victoria a una fuerza.

La pregunta es si en conflictos internos, en zonas tan selváticas y geográficamente accidentadas, como estas, ese es un buen recurso.

A favor pueden citarse golpes bien planeados como el que terminó en la baja del ‘Mono Jojoy’ o ‘Raúl Reyes’ (discutido por tocar territorio ecuatoriano).

A esta lista también podría sumarse, según recuerda Rosembert Ariza, experto en conflicto y docente de la Universidad Nacional, la operación Casa Verde en 1990, en el gobierno de Gaviria, en donde se hicieron bombardeos para acabar con el secretariado de las Farc, en donde se logró borrar del mapa el santuario guerrillero, pero no logró ningún golpe contundente contra la organización.

En el caso del reciente bombardeo en Calamar, Guaviare, señala el experto en conflicto, se tenía un objetivo militar muy alto que era ‘Gentil Duarte’, pero los resultados fueron otros (muerte de menores de edad).

Por tanto, se tendría que revisar por qué estas operaciones que realiza la fuerza pública son, para él, una violación clarísima al Derecho Internacional Humanitario y a los Derechos Humanos.

Otro agravante, considera Ariza, es que no se cumplen los requisitos que establece precisamente el protocolo de 1977 de Ginebra, porque se tienen que proteger a las víctimas de los conflictos y en este caso, en las operaciones militares se realizan sin la precaución de preservar a la población civil y a los bienes de carácter civil.

Además, hay un elemento adicional: es un crimen de guerra si matan menores de edad y más si están reclutados de manera forzada, por tanto es una obligación del Estado no bombardearlos ni asesinarlos, sino recatarlos y protegerlos.

Dice Ariza que el anterior ministro de Defensa, Guillermo Botero, tuvo un debate de moción de censura por un bombardeo, donde también murieron niños, es un antecedente que tiene menos de un año y el Ejército vuelve y comete un “crimen de guerra” frente a toda la sociedad y “me parece que está haciendo un uso desproporcionado de los bombardeos y sin ninguna eficacia”.

 

Última opción

Y aunque las operaciones con bombardeos han sido una constante en Colombia, la pregunta es ¿militarmente qué tan efectivos o recomendables son los ataques aéreos en un conflicto interno como el colombiano, después de los Acuerdos de Paz, es decir, con el gran grueso de la guerrilla desmovilizada?

A este interrogante, Carlos Alfonso Velásquez Romero, coronel retirado del Ejército y docente universitario, dice que si se entiende por efectividad lo que mejor y más pronto conduzca a terminar un conflicto (por las buenas o por las malas), los bombardeos son los menos efectivos por muchas razones.

Según Velásquez Romero, con los bombardeos se corre el riesgo de afectar población civil porque son imprecisos y no se pueden enfocar a una sola persona. También crean resentimiento en la gente de la región y cuando hay menores de edad sucede lo que pasó en Guaviare. Son niños que de pronto no están combatiendo, sino en cualquier otra actividad, entonces no pueden ser agredidos y menos con la letalidad de un  bombardeo.

De acuerdo con el coronel retirado del Ejército, los bombardeos son considerados una estrategia de guerra, pero debe ser la última opción y solamente se pueden emplear cuando hay conflicto interno oficialmente reconocido, entonces la duda está si con las disidencias de las Farc se cumple con este requisito.

 

Faltó principio de precaución

Víctor De Currea-Lugo, periodista, docente universitario y analista político, considera que el país no está frente a un posconflicto, sino a un posacuerdo y precisamente el gran error de la negociación de las Farc es que no tuvo en cuenta la presencia de otros actores armados como el Eln, disidencias, el EPL, el Clan del Golfo y los paramilitares, por tanto la única manera de hablar de posconflicto es que se haga una paz completa, donde se actué con todos los actores armados. Mientras tanto, el conflicto persiste, pero no solo por parte de las Fuerzas Armadas, sino de la insurgencia. 

Además, precisa que es importante tener en cuenta que los objetivos militares son objetos que corresponden a una definición explícita en el derecho humanitario, que en principio un campamento guerrillero, al igual que una base militar, constituye un objetivo militar, sin embargo, hay que matizarlo y primero precisar si estamos ante un campamento guerrillero o a un sitio de reclutamiento de niños y, dos, si la proporcionalidad tenía sentido, es decir, cuántos guerrilleros armados en posición de combate estaban realmente allí, cuánta era la cantidad de niños presentes y cuál era la justificación de la intervención militar.

Lo único cierto, precisa De Currea-Lugo, era que allí no estaba ‘Gentil Duarte’ ni había un grupo importante de combatientes, y el gobierno y la inteligencia militar sabían que había niños en el campamento, por tanto el principio de precaución tampoco fue tenido en cuenta ni el de proporcionalidad y eso es lo que constituye el reclamo de la sociedad de la forma de operar del Ejército.

 

 

Cifra: 1.207 menores de edad han sido recuperados desde el 2018 a  la fecha. De ellos, 158 hacían parte de las disidencias.

 

Dato:

La muerte de menores en un bombardeo causó la salida del primer ministro de Defensa de Duque. En 2020, el segundo MinDefensa, el fallecido Carlos Holmes Trujillo, fue citado a moción de censura por nuevas denuncias.

 

Credito
NELLY VECINO PICO

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