Miles de ciudadanos de Chapecó, en Brasil, acudieron al estadio de la pequeña localidad para despedir a sus futbolistas muertos en un accidente aéreo en Medellín.

Ante los 50 féretros recibidos con honores militares sonaron el himno nacional y del Chapecoense y fueron aplaudidos los nombres de cada una de las víctimas de la tragedia, leídos por altavoces, en una mañana en la que nunca dejó de llover.

El obispo de Chapecó leyó un mensaje del papa Francisco, que se dijo “consternado” por la tragedia que sumió en la desazón a esta ciudad de 200 mil habitantes, a todo Brasil y al mundo del deporte.

Las víctimas eran en su mayoría miembros del club y periodistas que iban a cubrir el partido de ida de la final de la Copa Sudamericana de fútbol, que el Chapecoense debía jugar contra el Atlético Nacional colombiano.

“Todos somos chapecoenses”, proclamó un directivo del club, rindiendo homenaje a los “guerreros” que iban en pos de la Copa Sudamericana ante el Atlético Nacional de Medellín.

“Los queríamos de vuelta, pero no así. El Chapecoense era una familia, los veíamos siempre, es horrible”, dijo entre lágrimas Juliana Deuner, una chapecoense de 35 años.

“Estaremos siempre con vosotros. Força Chape”, proclamó el presidente de la Fifa, Gianni Infantino, retomando el lema de toda la ciudad.

El Chapecoense fue fundado hace 43 años y hasta hace cinco se debatía en las últimas divisiones del fútbol brasileño.

El presidente brasileño Michel Temer asistió a la ceremonia, pero se abstuvo de discursar. Inicialmente se había dicho que el impopular mandatario se limitaría a saludar a los familiares en el aeropuerto, por temor a los abucheos. Algo que él negó, asegurando que había obrado de ese modo para facilitar las tareas de la seguridad.

Tite, el entrenador de la Seleçao, fue copiosamente aplaudido al ser anunciada su presencia.

De las 77 personas que iban a bordo, 71 perecieron. Entre los seis sobrevivientes hay tres deportistas del club.