“La sangre no tiene diferencia de colores, en todos nosotros corre la misma sangre. A todos nosotros nos duele la muerte de nuestros seres queridos. Tenemos razón de indignarnos”, indicó Ortega, en la mesa de diálogo nacional instalada ayer en Managua como vía para superar la crisis.
Ortega, quien en ningún momento de su discurso ordenó el cese de la represión ni la condenó, defendió el papel de la Policía que, a su juicio “ha sido víctima de esta campaña” y que “tiene órdenes de no disparar” contra los manifestantes.
El mandatario criticó la violencia de los manifestantes y afirmó que “cuando nosotros luchábamos contra la guerra somocista nunca promovimos el asalto de negocios”.
¿Sabía qué
Nicaragua espera que el diálogo nacional ponga fin a una crisis causada por multitudinarias manifestaciones a favor y en contra del Gobierno de Ortega?
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