Miseria sin fronteras

VANGUARDIA LIBERAL - EL NUEVO DÍA
Nada parece detener a hondureños, guatemaltecos y salvadoreños en su intento por huir de sus países, donde se produce y reproduce la pobreza y la violencia.

La violencia, la miseria, la falta de expectativas, la exclusión social y el miedo en varios países de Centroamérica, han empujado a familias enteras e incluso niños solos, a emprender una peligrosa travesía, con muchos obstáculos en el camino cuya meta final es llegar a Estados Unidos.

Se dirigen al norte, huyendo de la crisis económica que agobia a sus países, la falta de trabajo, una paga decente y oportunidades, en busca de “una mejor vida”. Pero en su tránsito hacia la tan anhelada frontera sur de Estados Unidos, su condición de migrantes indocumentados se ha convertido en tierra fértil para vejámenes y abusos.

Hoy la atención mundial centra su mirada en el fenómeno de la llamada “Caravana Migrante”, que si bien no es un fenómeno nuevo, cobra particular visibilidad, por tratarse de un éxodo en masa.

Más de un millar de hondureños inició, el fin de semana pasado, su peregrinar hacia el país del dólar haciendo tránsito por México, considerado un tapón de la diáspora centroamericana.

Familias completas, donde sobresalen mujeres y niños en brazos, buscan migrar con la estoica desesperación de escapar del Triángulo Norte de Centroamérica que conforman Honduras, Guatemala y El Salvador. Tres países, que integran una de las zonas más violentas y pobres del mundo, donde hay ausencia de prosperidad y seguridad.

Las cifras de este flujo migratorio son elocuentes: en el primer semestre de este año, 150.000 guatemaltecos, salvadoreños y hondureños han llegado a la frontera sur de Estados Unidos. Esto elevó la preocupación en la Administración de Donald Trump y que, para atajarla, lanzó una serie de medidas conocidas como “tolerancia cero”.

A esto se le suma que esta migración representa un duro golpe para la economía de los países involucrados.

El 70% de los jóvenes en edad laboral de Honduras, Guatemala y El Salvador emigran de sus países con un costo para sus respectivos gobiernos de 80.000 millones de dólares.

Según Mauricio Palma, investigador y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, la migración centroamericana tiene unas dinámicas propias que están muy ligadas a Estados Unidos como un destino que se han fijado los habitantes del Triángulo Norte, y en menor medida Nicaragua.

En retrospectiva, anota, los habitantes de estos países han utilizado rutas que históricamente se fortalecieron de migrantes tanto regulares como irregulares desde hace unos 35 años.

“En los años 80 en la época de las guerras civiles, en El Salvador y Guatemala y la violencia política en Honduras, se abrieron rutas de migración constantes que no se han desvanecido hasta la fecha”, remarca el experto consultado.

Una de las razones, argumenta, es que las condiciones económicas han ido muy de la mano en esos países, donde hay una prevalencia de redes de criminalidad, pandillas conocidas como maras, tráfico de armas y de drogas, problemas de derechos de los ciudadanos y niveles de gobernabilidad que hacen que la migración no cese.

Haciendo eco a las palabras de Palma, Leslie Lemus, socióloga guatemalteca y experta en Ciencia Política, describe el fenómeno como el resultado más descarnado de la crisis en Centroamérica, y que sería un error pensarlo como un problema nacional.

Y en ese orden de ideas, subraya como punto de partida para entender estas dinámicas migratorias, comprender los cambios en los fenómenos. Es decir, el efecto es la movilidad humana, sus causas varían.

“En Guatemala se desplazaron en los 80 y 90, un millón de personas (en un país de 7 millones para ese entonces) hacia México por la violencia contrainsurgente. Las migraciones de El Salvador se dispararon al final de la guerra, porque el país tampoco tenía alternativas económicas. En la década del 2000, gente de Honduras, Salvador y Guatemala se fue por miles, por razones económicas (huracán Mitch y las recurrentes crisis en los precios del café)”, enumera la también bloggera del HuffPost, medio digital de EE.UU.

Aunque reconoce que esta migración a gran escala no es de ahora, el investigador Palma señala por otro lado, como dato interesante que hasta este año se hicieron públicas, citando la envergadura de la caravana de abril pasado.

“Es una forma que ha encontrado la gente para migrar de forma colectiva, y así cuidarse los unos a los otros, porque el tránsito es muy complicado y la gente está expuesta a vejámenes de todo tipo”, comenta.

Al hacerlo de manera colectiva, agrega el experto, esto permite además que se visibilice ante los gobiernos, “así que en términos de estrategia les ha venido bien”.

 

Respuesta de Trump

Sobre la postura del gobierno Trump frente a esta migración, la experta Leslie Lemus opina que Estados Unidos ha intervenido en la región para que los gobiernos se comporten de esta forma nefasta, “la ironía es que Estados Unidos como país receptor también les violenta y expulsa... la situación de estas personas es desesperante”.

Entre tanto, Mauricio Palma considera que la actitud del presidente estadounidense va de la mano con su promesa de campaña de limitar la migración irregular al mínimo posible para responder a su electorado y además, “también tratando de poner orden y dar fuerza al asunto del control de la frontera sur de Estados Unidos”.

 

Frase

"Es una forma de cambiar el escenario de las migraciones en la región; llevar la discusión de un asunto de movilidad por razones estrictamente económicas a una cuestión de refugio y crisis humanitaria", Leslie  Lemus, sociológa guatemalteca.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

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