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VANGUARDIA - EL NUEVO DÍA
Estados Unidos es el único país desarrollado que posee más armas que habitantes, y ‘fiel’ a esta realidad, se ha acostumbrado a ser el mayor escenario de tiroteos indiscriminados. Ahora surge un elemento común: los crímenes de odio y la violencia armada.

Los sangrientos tiroteos el pasado fin de semana en El Paso (Texas) y en Dayton (Ohio) que dejaron un saldo trágico de 32 muertos y al menos 52 heridos, que han conmocionado al mundo entero, ponen de relieve el auge de los crímenes motivados por el odio y la supremacía blanca en Estados Unidos.

“Mi objetivo era matar el mayor número de mexicanos posible”, manifestó Patrick Crusius, el joven de 21 años, tras ser detenido por las autoridades policiales de El Paso luego de disparar indiscriminadamente con un fusil AK 47 dentro de una tienda de Walmart y matar a 22 personas, seis de ellas mexicanas.

El país norteamericano, escenario de dos masacres en menos de 13 horas, se acostumbró a estar en permanente estado de shock a raíz de este tipo de ataques armados. Y lo que es claro, no puede actuar para cambiar la situación, debido al fácil acceso que tienen sus ciudadanos a las armas automáticas, entre ellas los fusiles de asalto.

Las estadísticas son elocuentes: hay 400 millones de armas en manos de civiles, que producen unas 30 mil muertes cada año, pese a que hay mucha resistencia a cualquier intento para controlar el flujo de armas de todos los calibres.

Adicional a ello, la retórica del presidente Donald Trump ha encendido el odio hacia los migrantes y la intolerancia, lo cual ha creado un clima donde la xenofobia prospera.

De hecho, en la era Trump han aumentado en un 9% los crímenes de odio en Estados Unidos, donde ser latino, negro, nativo, homosexual, transexual, judío o musulmán, es motivo de ataque.

Sin embargo, Trump ha vuelto a defender la libre posesión de armas en su discurso: “La enfermedad mental y el odio son las que aprietan el gatillo, no la pistola”.

Según Alejandro Bohórquez-Keeney, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, más que alimentar un discurso de odio, Trump implícitamente alienta este tipo de expresiones de racismo.

En esa línea, agrega que hay que entender que el mandatario republicano ante todo es profundamente populista y “su base votante es precisamente esa población blanca, de estrato medio bajo que se sintió excluida por los proyectos de inclusión del progresismo liberal”.

De esta manera, señala que el discurso de Trump, de darles ciertas licencias, hace estallar descontentos, y que claramente en un discurso populista, hay “un nosotros contra ellos”, y el chivo expiatorio han sido los hispanos.

Entonces, aunque no se atreve a decir que directamente Trump haya fomentado este tipo de tiroteos, sí considera que su discurso da pie a aquellos que creen que tienen ciertos permisos para llevar a cabo este clase de acciones violentas.

Viviana Manrique, viceministra del Interior y experta de la Universidad del Rosario en el tema de armas pequeñas y ligeras, concuerda con lo anterior, asegurando que cualquier líder político da lineamientos de lo que significan unos valores y unos principios de la sociedad.

En el caso específico de Trump, asegura que cualquier opinión que esté sesgada frente a la migración o la presencia de los hispanos y latinoamericanos, va a generar ciertos sentimientos de odio.

Igualmente considera que las restricciones al control de armas no han sido efectivas en Estados Unidos, y prueba de ello, es que se sigan produciendo tiroteos permanentemente.

 

Debate político

A su juicio, se requiere un debate estructural en el Congreso norteamericano, donde realmente se miren cuáles son esos controles a largo plazo y no solamente cuando ocurren los incidentes.

Además, Manrique remarca que es necesario trabajar el tema de la cultura de las armas: “no es solo un tema normativo, sino un tema cultural, donde la defensa personal a través del arma es normal” a diferencia de lo que pasa en otros países.

Por otro lado, la experta insiste en que los controles deben estar regidos por las capacidades mentales y psiquiátricas de cada persona que tenga un registro y compre un arma en ese país.

Cristian Rojas, director del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, tiene otra visión sobre el tema.

Argumenta en ese sentido, que hay una “hipersensibilidad con los discursos políticos y entonces, cualquier discurso antimigración no tiene que traducirse en homicidios o ser responsable de una masacre, cuando es un discurso dirigido a millones de personas que actúan de manera civilizada”.

En su opinión, tratar de culpar al presidente Trump y a los republicanos de la masacre en El Paso por el discurso antimigración que a su vez pueda alimentar discursos de odio, es exagerado.

No obstante, Rojas supone que se espera una moderación por parte de Trump en ese sentido, y prevé un debate político porque dos acontecimientos trágicos consecutivos en menos de 13 horas de diferencia, tienen un impacto grande en la opinión pública.

El debate, recalca, comenzará con el discurso sobre las armas largas, y la gran pregunta que se planteará es si se necesita que una persona para defenderse o a su familia necesita un rifle AK 47, utilizado en ambas masacres del fin de semana pasado, porque obviamente una política de prohibición radical no tiene futuro, dado que es un derecho consagrado en la Constitución de ese país.

 

Cifra

254 tiroteos masivos se han registrado en lo que va del año en Estados Unidos, según Guns Archive, una asociación civil que lleva el registro.

Credito
ÁNGELA CASTRO ARIZA

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