El barro, protagonista en la tradición de los pesebres

Tomada de agencia / EL NUEVO DÍA
El barro es el protagonista para cientos de artesanos que con sus manos diseñan las figuras de la mítica escena. Este arte se ha transmitido a lo largo de varias generaciones.

En México, en la tradición del nacimiento o pesebre, representación religiosa a escala del origen de Jesús, el barro es el protagonista para cientos de artesanos que con sus manos diseñan las figuras de la mítica escena.

Lo maleable del material, una mezcla de tierra (arcilla) y agua, y de amplia producción en varios estados de México, entre ellos el estado de Morelos, centro del país, permite a los alfareros dar salida a toda su creatividad.

En el municipio de Tlayacapán, unos 80 kilómetros de distancia de la capital mexicana, reconocido por ser productor de figuras, artesanías y vasijas de barro, es donde doña Refugio Reyes Hernández sigue ejecutando el oficio que le dejó su madre y que ahora ella intenta heredar a sus hijos.

Esa tradición de diseñar figuras y nacimientos de barro la aprendió de su mamá, a quien le enseñó su suegra, la abuela de doña Refugio.

“Cuando mi mamá llegó acá, mi abuela (la suegra de su madre) le enseñó a modelar el barro”, contó Refugio.

“Mi abuela le dijo: yo te voy a enseñar todo lo que hago para curar (el barro) para fabricar juegos de aire, angelitos, nacimientos, candeleros y ahumadores, eso fue lo que mi abuelita le enseñó principalmente”, expuso.

Relató que su abuela le ordenaba a su mamá tomar el chiquihuite, una canasta de tejida de mimbre, para ir por barro a un monte cerca de su casa en Tlayacapan.

“Vamos a traer barro”, le decía mi abuela y mi mamá respondía: “Para qué queremos tierra si aquí hay mucha en el patio de la casa”, pero la abuela le reviraba: “esa tierra no sirve”.

Entonces, la abuela de Refugio, que también era curandera (practicante de medicina tradicional) se encaminaba hacia un determinado lugar donde sacaba el barro.

“Mi abuela enseñó a mi madre a secar la tierra (barro), a azotarla. Después mi mamá comenzó, no sabía nada y le decía a mi abuela: yo no sé hacerlo como usted lo hace, pero mi abuela le decía: ‘yo te voy a enseñar’”.

Fue así como la madre de doña Refugio empezó, poco a poco, a trabajar el barro y años después ya con la técnica aprendida comenzó a enseñarle a Refugio cuando esta era muy pequeña, ya que desde niña le llamó la atención la elaboración de figuras de barro.

Pero tuvieron que pasar casi diez años para que la joven Refugio, entonces de 17 años, empezara a trabajar con su mamá y ahora intenta transmitirle esa herencia a sus hijos, quienes le ayudan a diseñar y a pintar las figuras.

Credito
AGENCIA EFE

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