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Antes de abrir fuego contra dos locales frecuentados por musulmanes, Rathjen -que durante sus 43 años había pasado totalmente desapercibido para las fuerzas de seguridad- había dejado constancia de las múltiples facetas de su odio en Internet.
Odiaba a los extranjeros y a los inmigrantes. Odiaba al islam. Odiaba a Israel. Odiaba al Estado alemán. Odiaba a las mujeres. Odiaba a la izquierda. Y odiaba a los medios de comunicación masivos.
Rathjen era un solitario resentido, que seguía viviendo con sus padres y desahogaba su frustración en textos que colgaba en su página web y en videos, uno de los cuales subió a Youtube. La mayoría de ellos ya no son fácilmente accesibles, pero siguen intercambiándose en foros y redes sociales.
Entre tanto, el Gobierno alemán y la mayor parte del espectro político calificaron ayer de gran amenaza al terrorismo ultraderechista tras el atentado de Hanau.
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