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Desde diversos ángulos políticos se pide una reacción contundente hacia Moscú por lo ocurrido a Navalni, a quien se considera, conforme a los exámenes practicados en Alemania, víctima de un envenenamiento.
Según un comunicado emitido ayer por el centro sanitario, Navalni ha salido del coma inducido, su estado ha mejorado y reacciona cuando se le habla, aunque no se puede descartar aún secuelas, debido al “grave envenenamiento” sufrido.
Ante esta situación, se habla de sanciones e, incluso, de interrumpir la construcción de gasoducto Nord Stream 2, para transportar gas directamente desde Rusia hasta Europa, que está casi terminado y en cierta manera es una especie de monumento a los tiempos en que las relaciones entre Alemania y Rusia eran distintas a las de ahora. La estrecha cooperación con Rusia en materia energética es una herencia de la era del canciller Gerhard Schröder, que gobernó Alemania entre 1998 y 2005.
La amistad entre Schröder y el presidente ruso, Vladímir Putin, ayudó a esa cooperación.
Después de ser derrotado por Merkel y dejar la Cancillería, Schröder pasó a trabajar como asesor del proyecto del primer gasoducto, el Nord Stream 1, lo que le valió duras críticas, pues daba la impresión de que se había involucrado y esforzado en la cooperación energética también pensando en sus intereses privados.
Entre tanto, el Ministerio de Exteriores británico convocó ayer al embajador ruso en el Reino Unido, Andrei Kelin, para expresarle la “profunda preocupación” por el envenenamiento de Navalni y exigir una investigación.
DATO
Análisis realizados por un laboratorio del Ejército alemán confirmaron e identificaron que la sustancia que había afectado a Navalni era del grupo Novichok.
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