Sexismo & lenguaje

Aunque el origen del lenguaje oral es desconocido, es un hecho que el Homo Sapiens, de quien deriva “hombre” u “hombres” para referirse a la humanidad, se diferencia de los demás animales porque habla.

Según el lingüista alemán Schleicher, casi todos los idiomas occidentales provienen de cepas lingüísticas indoeuropeas como la céltica, germánica, eslava, báltica, caucásica, uralaltaica, ugrofinesa y la neolatina, madre  del español.

Grafitos y pinturas rupestres fueron rudimentos de escritura y hace cinco mil quinientos años, los sumerios y luego los egipcios idearon jeroglíficos. Después, vino la escritura cuneiforme, base de la actual manera de escribir. Cada idioma tiene su gramática para lograr precisión al  hablar o escribir, por ende, comunicación fluida y comprensible.  


El castellano o español viene del latín vulgar, su evolución lleva más de mil años y la continuará bajó tutela de la Real Academia Española, ente en desacuerdo con las diversas guías que, sin apoyo académico, enseñan lenguaje sexista, o sea, “políticamente correcto”. La RAE indica a esta corriente  que, para dar más visibilidad a la presencia femenina, no es necesario forzar las estructuras gramaticales impulsando normativas que distancian el lenguaje oficial del real. En oportunidades la RAE emite conceptos retrógrados, pero en éste concuerdo. El lenguaje forzado y rebuscado es ridículo y yo no podría cambiar: “practicante por practicanta”, “delincuente por delincuenta”, “caco por caca”. Como tampoco, “carteristo por carterista”, “ecologisto por ecologista”, “billetero por billetera”, para no denominar lo masculino con sustantivos femeninos. Ni mucho menos trocar: “clientes/usuarios por usuariado” o “paternidad” por “maternidad” de una obra.


Bien. Según la historiadora y antropóloga, Riane Eisler, encontró vestigios probatorios que en el Paleolítico y Neolítico el hombre y la mujer fueron jerárquica y económicamente iguales, pero que cuando aparecieron los invasores indoeuropeos, las sociedades gilánicas o, digamos, equitativas, fueron violentamente aniquiladas. Los nómadas pastores de ovejas implantaron el patriarcado con jefatura financiera: sólo podía comandar el macho que tuviera mayor número de animales. La mujer fue discriminada, convirtiéndola en propiedad privada, dejándola sin ninguna función económica, relegándola a labores domésticas y como simple objeto de procreación


Entonces, las feministas colombianas en vez de colaborar para tirarnos el español, lengua sonora, cadenciosa y musical, por ende, de las más bellas del planeta, debemos preocuparnos más por conocer nuestras leyes y derechos y, ser intransigentes con la Alta Consejería Presidencial para la Mujer, para que  haga realidad las políticas de género, entre cuyos objetivos estratégicos están: mujeres desplazadas, violencia contra la mujer, salud sexual y reproductiva, participación política, igualdad económica e integración de las cuestiones de género en todos los programas sociales del Estado. De esta manera, quizás podríamos construir una sociedad igualitaria como la Neolítica. Es ilusorio, pero eso sí sería un gana-gana.



Credito
AMPARO MARGARITA MORALES FERIA

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