Diplomacia de amigos

Con la renuncia del embajador en Estados Unidos, Gabriel Silva, ha comenzado a tomar fuerza el nombre de Carlos Urrutia, socio de la prestigiosa oficina de abogados Brigard y Urrutia, pero esencialmente íntimo amigo del presidente Santos, una condición que parece sine qua non para ser Embajador por estos días.

Y es que encontrarse amigos personales del Presidente que provienen del sector privado y hoy están en cargos diplomáticos es bastante común en estos casi dos años de gobierno: Juan Manuel Prieto, en Italia,  Gustavo Carvajal Sinisterra, en Francia; Orlando Sardi de Lima, en España; Néstor Osorio, con quien Juan Manuel Santos compartió algunos años en Londres, en la Embajada de Colombia ante la ONU. No hay que olvidar que en Venezuela tuvo a su buen amigo Juan Fernando Bautista, reemplazado por Carlos Cure, con quien también tiene una historia de amistad personal que data de tiempo atrás, al igual que con Santiago Figueroa, en Chile.


Si bien no fue un nombramiento suyo, sino del presidente Uribe, conserva a Mauricio Rodríguez, su cuñado, en la Embajada de Inglaterra en Colombia. Está José Gabriel Ortiz, en México, con quien solían jugar golf en Colombia, y quizás uno de sus mejores amigos, Germán Santamaría, es el Embajador en Portugal.


Existen también los que han aterrizado a embajadas como premio de consolación, por su salida de cargos públicos en Colombia. En esta categoría se encuentran algunos de los altos mandos que salieron en el pasado relevo de la cúpula militar, el exministro de defensa Rodrigo Rivera, hoy en Bruselas, el exministro Carlos Rodado, hoy en Argentina, y dentro de poco el gran amigo de Santos y exministro Germán Cardona, quien irá al Vaticano.


Es verdad que el problema de nombrar amigos o políticos para pagar favores en el servicio diplomático no es nuevo: la dificultad de impulsar una carrera diplomática seria lleva décadas. La obligación legal es que al menos el 20 por ciento de nuestros embajadores sea de carrera, y nuestros mandatarios se lo han tomado a pecho, pues hoy solo cuatro de cada diez embajadores se han formado para estar en la diplomacia.


Como quien dice, de los embajadores-políticos de Uribe a los embajadores-amigos de Santos, mientras, en contraste, algunos países, aún en nuestro entorno, como Chile y Brasil, impulsan la carrera diplomática con gran seriedad. El tema merece una revisión de fondo. No se trata de eliminar del todo el espacio discrecional que el Presidente necesita aún en materia diplomática, sino de tomarnos por fin en serio un tema tan delicado como las relaciones internacionales.

Credito
JOSÉ MANUEL ACEVEDO

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