Movilización frente a la más grave crisis cafetera

Urge para la cosecha próxima una operación de salvamento de al menos un billón de pesos, que garantice precio rentable y remunerativo o el colapso será estructural.

En 2007, la producción cafetera fue de 12,7 millones de sacos; las de 2009, 2010, 2011 y la esperada para 2012, giran alrededor de ocho millones de sacos. Cuatro periodos con una merma cercana al 35 por ciento.

Los inventarios en bodega cayeron, en el mismo lapso, de cerca de dos millones de sacos a menos de medio millón. No ha sido posible, por la escasez y los compromisos externos, atender el mercado nacional para lo cual, insólitamente, se importan casi un millón de sacos de Perú y Ecuador (¡Y quién sabe de dónde más!).


La baja productiva se pudo paliar por las cotizaciones internacionales en las bolsas hasta diciembre de 2011, cuando decayeron de casi tres dólares por libra a niveles de 1,75. Un descenso del 35 por ciento en seis meses. Los productos básicos -que son refugio especulativo- empezaron una destorcida, más crudamente sentida en el café. Según World Gold Council, entre 2006 y 2010 de 100 contratos bursátiles a futuros apenas nueve se convierten en reales. La pirámide se está derrocando y, por los pronósticos de cosecha de Brasil y Vietnam, no se espera repunte.


El café, al ser producto agrícola destinado a la exportación y de origen minifundista, es altamente sensible a los efectos de la Enfermedad Holandesa. Si se compara con un promedio de $2.000 por dólar -de 2008, 2009 y 2010- la revaluación  puede elevarse hasta más del 12 por ciento.  


Esto repercute en el precio interno por carga que ha pasado de $920 mil en 2011 hasta $600 mil, por debajo de los costos de producción. Se combinan, como nunca antes, tres factores: caída de tasa de cambio, derrumbe productivo y descenso de la cotización internacional.


En estos periodos se propicia el debate sobre los temas del café. Las instituciones, la estrategia y los paquetes tecnológicos, pero el más relevante es el papel del Estado. El gobierno de Santos ha dicho que no puede aportar más a las 550 mil familias y, al revés, ante los quebrantos del Fondo Nacional del Café, que ha triplicado sus pasivos en 10 años,  anuncia elevar el impuesto  de “contribución cafetera”.


Urge para la cosecha próxima una operación de salvamento de al menos un billón de pesos, que garantice precio rentable y remunerativo o el colapso será estructural. Mediante el precio, alivios crediticios y programas sanitarios, ese billón de pesos se debe trasladar al productor.


Nadie entendería que a Telefónica se le entreguen 3,5 billones de pesos para consentir incumplimientos contractuales, o a las EPS se les apoye con 1,2 billones de pesos y nada haya para medio millón de caficultores que lo dieron todo en las bonanzas. Esto será reclamado por La Movilización Cafetera del 13 de agosto a Manizales.

Credito
AURELIO SUÁREZ MONTOYA

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