La educación empobrecida

Todo gira alrededor de la educación: el desarrollo, la cultura, la productividad, la calidad de vida, la sostenibilidad en el tiempo, y podríamos seguir agregando cosas, todas muy importantes.

Pero lo que se ha comprobado con el resultado de las pruebas Pisa, es que la educación en Colombia anda mal, o mejor dicho, de mal en peor. Hemos leído infinidad de columnas de opinión clamando por el sector y sugiriendo acciones: que el fortalecimiento de la lectura, que la revaluación de los pensum académicos, que la tecnificación de la enseñanza, que la capacitación de los maestros, que el fortalecimiento de los parámetros de exigencia, que el bilingüismo, que la compaginación con los estándares internacionales, que la revaluación de los métodos de enseñanza, que el fortalecimiento de la inversión en infraestructura y en equipos didácticos, y un lago etcétera.

Todas estas propuestas tienen mucho de validez, pero lo que hay proceder es a aplicar una reingeniería del sector, que permita ver la problemática en su totalidad y, a su vez, auscultar todas las posibilidades para diseñar la solución definitiva del caos que representa.

Qué bueno sería que ante la incapacidad para ofrecer alternativas efectivas y novedosas trajéramos a los grandes expertos en el mundo para abordar ese análisis, y para esquematizar las propuestas que han demostrado eficiencia en otras latitudes, con resultados tangibles y sorprendentes.

Con el correr de los años, hemos demostrado que no poseemos el talento para inventarnos nuestro propio método de salvación y no podemos seguir quemando el tiempo y frustrando a las generaciones que agotan su ciclo de capacitación sin resultados apreciables.

De vez en cuando tenemos un talento que logra triunfar y los medios le dan un despliegue inusitado, pues se trata de un caso raro, que en ningún momento representa la generalidad, o por lo menos la mayoría; y así transcurren los días y los años, sin que observemos una rectificación radical a nuestro obsoleto modelo.

Y desde luego que también ha hecho falta la voluntad política, valiente y decidida; por más que se hable del problema, nos lleva a pensar que éste se volvió crónico, y que no merece referencias especiales, lo que nos lleva a pensar en que mientras la situación no sea de un verdadero interés general, no será posible resolver nada.

Realmente, pobre educación, tan abandonada y maltrecha, mientras seguimos cosechando de lo poco y absurdo que tenemos.

Credito
EDUARDO DURÁN GÓMEZ

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