La tutela no es el problema

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En el mundo jurídico colombiano se está optando por la mala costumbre de clamar por aumento de penas frente a delitos que conmueven a la opinión pública, de cuando en cuando, por su atrocidad, y ahora último, en reclamar reformas a la Acción de Tutela cuando los fallos de este mecanismo de defensa de derechos fundamentales, producen fuertes temblores institucionales. Las dos salidas, son jurídicamente equivocadas: el aumento de penas a lo único que ha llevado de manera rápida y tangible es al hacinamiento carcelario, y en relación con la Tutela, se está mirando la fiebre en las sábanas sin combatir la verdadera enfermedad que hace de la Tutela, su remedio eficaz y no parte de la enfermedad a combatir.

Frente al tema de salud, por ejemplo, miles de compatriotas sufren a diario de la inoperancia y la crisis del sistema de salud y la Tutela ha sido el mecanismo expedito para alcanzar que el derecho fundamental a la salud se reconozca en casos concretos y urgentes. Sin embargo, importantes economistas de amplio reconocimiento nacional e internacional, proponen desde hace varios años -en aras de una supuesta salud fiscal- recortar el poder de la Tutela para incidir efectivamente en estos terrenos, o sea, quitarle dientes. Otro tanto ocurre en los terrenos de la educación, de pensiones, y de muchos derechos fundamentales más que tienen en esta Acción su único mecanismo de defensa.

Ahora bien, en relación con lo ocurrido en la Alcaldía Mayor de Bogotá, resulta asombroso constatar que desde el Presidente de la República, pasando por ilustres ministros y bien recordados ex-procuradores, el problema de fondo está resultando ser la Tutela y no la causa que motivó su utilización. Increíble. Siguen buscando la causa de la fiebre en las sábanas y no los actos y decisiones que afectaron derechos fundamentales. En ese caso concreto de la Alcaldía de Bogotá, el problema se originó, no por la Tutela, sino por la actuación arbitraria del Procurador General de la Nación, y luego por la salida equivocada -en las áreas de derecho- del Presidente de no acatar las medidas cautelares pedidas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pero, la Tutela, -para enunciarlo en términos médicos-, no fue la causante de la enfermedad, sino el remedio para curarla. Mal puede ahora, entonces, con ese razonamiento ilógico, propender por armar una cruzada nacional, al calor del debate de las elecciones presidenciales, para reformar la constructiva Acción de Tutela, que sin lugar a dudas, sigue siendo la joya de la corona de la Constitución de 1991. Si algo, también diferencia a la derecha de la izquierda democrática en Colombia, es la posición frente a la Acción de Tutela: la derecha siempre ha buscado limitarla y recortarla, la izquierda democrática la ha defendido para consolidarla y fortalecerla. No debemos olvidar este pequeño detalle.

Credito
CAMILO A GONZÁLEZ PACHECO

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