Un pacto social necesario

Es tal el despiste que tenemos los ciudadanos ibaguereños sobre lo que hará el gobierno, que nunca hemos podido ver con certeza lo que cada alcalde hará en su período, pese a la existencia de promesas de campaña y a planes de desarrollo debidamente engavetados e incumplidos. Cada cuatro años se presentan los candidatos (digamos que bien intencionados y no detrás del botín presupuestal) y enumeran una cantidad enorme y descoordinada de “soluciones” que atienden a la necesidad de cantarle bonito al oído de la audiencia electoral pero sin vinculación alguna con la realidad fiscal.

Es así como nos vamos llenando de programas y obras, costosas todas, inútiles (como muchos muros de contención más caros que el daño a mitigar), mal realizadas como el inefable tontódromo de la carrera Tercera, a medio realizar como lo ocurrido con el puente del Topacio, con el acueducto alterno o con la avenida Ambalá, o simplemente prometidas y nunca ejecutadas como muchas que se podrían nombrar y no cabrían en este espacio, entre las que destaca el manido Sistema Estratégico de Transporte en Ibagué (Setp).

Así, y ante la ausencia total de partidos políticos reales, con ideas propias y candidatos que las apoyen a ultranza en el ejecutivo y en el Concejo, o en la oposición, no existen criterios claros de lo que Ibagué necesita ni sobre la forma de priorizar esas necesidades. Entonces, necesitamos hacer un acuerdo de todos sobre lo que nos falta hacer con urgencia. Debemos realizar, alejados de la política barata, vacunados contra los intereses personales, un Pacto Social que nos determine un derrotero de cosas que Ibagué debe hacer para que todos, nosotros y nuestros bisnietos, podamos gozar de una Ciudad (así, con mayúscula) amable y acogedora. Un buen vividero.

Y propongo una sola cosa inicial que me parece de la mayor prioridad. Hay que terminar las obras del Panóptico. No hay mayor vergüenza que lo que se ha hecho alrededor de ese monumento nacional. Qué despilfarro de recursos, cuánta demora en su remodelación, qué mala calidad de lo construido nuevo, y qué desidia para con lo antiguo. Desde que comenzaba el Siglo XXI en la gobernación de Guillermo Alfonso Jaramillo y cuando se fueron los presos para poder empezar obras, han pasado por el mango García Orjuela, Osorio Cuenca, Barreto Quiroga y Delgado Peñón, además de algún encargado, pero en tres lustros no se ha podido hacer una obra que, en términos de complejidad, es relativamente sencilla y debería ser de rápida ejecución.

Ni los gobernadores ni los alcaldes (Jorge Tulio Rodríguez, Rubén Darío Rodríguez, Jesús María Botero ni Luis H. Rodríguez) han sido capaces con este baldón que Ibagué no se merece.

En un año estaremos cerca de la elección de gobernantes locales. Propongamos, todos, los temas que serán del Pacto Social. Que sean de obligatoria ejecución y no temas de campaña.

Otra cosa: Triste que hayan pedido un préstamo de cien millardos y nadie sepa en qué gastarlo. ¿Cuántos cambios le han hecho al destino del dinero, desde que se aprobó el Acuerdo? ¿Cuántos cambios más le harán?

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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