Nuevos gritos de independencia

A propósito de la celebración de las fiestas patrias y de la independencia nacional que comenzamos ayer con el 20 de Julio, que bueno reflexionar sobre la verdadera independencia que necesitamos como país, las batallas que son necesarias dar y la historia nacional que se necesita recrear.

En primer lugar, vale la pena decir que es hora de comenzar una verdadera independencia de las fuerzas extranjeras que nos invaden, ahora disfrazadas de banca internacional y grupos financieros. Como es necesario dar la lucha contra la protección de nuestros recursos naturales renovables y no renovables que a borbotones están siendo entregados por el Gobierno nacional a corporaciones extranjeras, arropadas bajo el supuesto de inversión extranjera directa que se está llevando el carbón, el oro, el níquel, el petróleo, el gas y hasta la flora y la fauna. ¡Y hágame el favor! Desde el Presidente de la República para abajo se pavonean de que se hayan roto récords en ese tipo de inversión.

Aquí la frase debe ser la inversión extranjera en su mínima expresión, con mucha vigilancia del Estado y riqueza permanente para el país. Todo lo contrario a lo que se pregona hoy de que el Estado hasta donde sea necesario.

Es urgente frenar y meter en cintura con un grito los absurdos abusos de las empresas de servicios públicos, que pagan pocos impuestos, tienen salarios paupérrimos y enormes ganancias para sus dos o tres dueños, como el caso de las de telecomunicaciones españolas y mejicanas.

Es necesario pegar un gran alarido frente a los dueños del sistema de salud, es decir, las EPS, de las que se dicen son socios los mismos dueños de la banca colombiana, uno que otro expresidente o su familia y políticos de Bogotá, la costa Atlántica y los santanderes.

No se trata de llamar a nacionalismos bobos, ni proteccionismos del Estado exagerados, si no a la simple lógica, el sentido común y un toque de solidaridad si queremos que este país cambie y las hondas brechas entre ricos y pobres por fin disminuyan, generando paz verdadera.

En eso se debe continuar contando a nuestros hijos, los niños y los jóvenes la verdadera historia nacional escrita por nosotros y no la que nos impusieron con una mirada absolutamente colonizante, pseudoespañola y centralista desde Bogotá. Una historia que incluya a los indígenas y sus costumbres, a las negritudes y su acervo cultural, a los héroes anónimos de mil batallas, a los desplazados que llevan en tal condición más de 100 años, los abusos desde el poder central, el gamonalismo, todo el tema de guerrillas y autodefensas, el porqué del olvido a regiones como la pacífica y la orinoquía, entre otros.

Pero que también cuente lo que han hecho prohombres de la industria, el comercio, lo público, la ciencia, la investigación y la educación para aportarle al país y al mundo con su trabajo, genialidad y liderazgo desde la provincia colombiana.

Un gesto independentista enseñando desde la primaria hasta la universidad la cátedra de valores, civismo, convivencia o como se quiera llamar para recuperar la tolerancia ciudadana, la solidaridad, la denuncia, el orgullo por lo nuestro y dejar atrás la cultura mafiosa que ha hecho carrera de la última mitad de siglo 20 a la fecha.

Necesitamos nuevos gritos de independencia como colombianos porque seguimos equivocadamente pegados al gritico que le metieron supuestamente a don Llorente en día de mercado en la Plaza de Bolívar de Bogotá y que hoy nos tiene como estamos. Seguramente si hubiéramos hecho un ejercicio de prospectiva y supiéramos que tanto personajillo en lo nacional y lo regional hubiera de aparecer, habríamos callado a aquellos hermanos revoltosos para que no pronunciaran ni “mu”, y que en vez de florero se hubieran conseguido una vasija de barro cerca al chorro de Quevedo.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ -GERSÁN-

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