Matones y pendencieros

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Las cifras que reveló esta semana el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses sobre la violencia en Colombia durante 2013 son positivas, porque tuvimos menos homicidios, pero al mismo tiempo prenden las alarmas porque aumentó la violencia interpersonal.

Con 30,3 víctimas de homicidio por cada 100 mil habitantes, el país tiene la tasa de muertes violentas más baja de los últimos 10 años. Y eso es definitivamente bueno.

Lamentablemente no tengo a disposición las cifras de homicidio de 2013 en el resto de América Latina, sino las de 2012. Y puedo decir que todavía estamos lejos de alcanzar las tasas de países como Chile (3,1), Cuba (4,2) y Argentina (5,5), aunque estamos mucho mejor que Honduras (75), Venezuela (53,7), Belice (44,7) y El Salvador (41,2)

Lo malo del informe de Medicina Legal de 2013 es que la tasa de violencia interpersonal subió a 336,9 personas por cada 100 mil habitantes.

Al mirar las cifras del Tolima, encontramos que en 2013 hubo 232 homicidios en el Departamento y que la tasa en la región (16,5 homicidios por cada 100 mil habitantes) es considerablemente más baja que la nacional. La mayor cantidad de muertes violentas ocurrió en Ibagué, con 95, seguida por Chaparral, con 17.

Las autoridades del Departamento deberían mirar con mucho cuidado las políticas que hay que adoptar frente a las muertes violentas en algunos municipios, donde la tasa supera ampliamente la nacional.

Me refiero específicamente a la tasa de homicidios de Villahermosa (46,2), Mariquita (45,1), Flandes (44,9), Rioblanco (40,3) y Chaparral (36,1).

Pero a los tolimenses también nos debe alarmar el desbordamiento de la violencia interpersonal.

Mientras la tasa nacional de violencia interpersonal llegó a 337 lesionados por cada 100 mil habitantes, la de Ibagué, donde ocurrieron dos mil 711 casos (más del 57 por ciento de los sucedidos en el Departamento) es de 499 personas afectadas por cada 100 mil habitantes. La tasa de Ibagué supera la de 19 ciudades capitales, entre ellas algunas conocidas por su violencia, como Medellín (268).

Comparé lo que sucede en otras capitales en materia de violencia interpersonal y pude constatar que sólo 12 ciudades, incluida Bogotá, están peor que Ibagué.

Lo grave de la violencia interpersonal en el Tolima es que hay municipios con tasas mucho más altas que las de Ibagué, como Honda (851), Alvarado (846), Armero - Guayabal (763), Espinal (602) y Líbano (467).

Este mar de cifras nos debería hacer reflexionar a los tolimenses sobe las causas de la violencia cotidiana y la forma de superarla. Es claro, por ejemplo, que seguimos afrontando las secuelas del viejo conflicto armado, pero también es evidente que la gran cantidad de narcos que han llegado y siguen llegando al Departamento han hecho un considerable aporte al clima de intolerancia, ante la indiferencia y/o complacencia de muchos que se hacen los ciegos o les sacan provecho económico.

Por eso, sería bueno que las autoridades y la sociedad civil del Tolima pensaran seriamente cómo superamos algún día la fama de matones y pendencieros que tenemos los colombianos y entendamos que el primer paso para construir la paz es poder convivir pacíficamente, sin necesidad de matarnos ni agredirnos.

Credito
HERNANDO SALAZAR PALACIO

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