Ecos de La Habana

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Cierto que es muy alentador que, por primera vez, en Colombia las Farc le pongan la cara a las víctimas del conflicto armado, a quienes causaron daño e hicieron tanto mal. Ese hecho no hay que desconocerlo ni por un minuto.

Pero lo que sí es totalmente inconcebible es la manera en que fueron llevados, escogidos y la metodología para ese cara a cara. En primer lugar, el hecho de haber querido revolver todas las víctimas en una sola bolsa, cuando lo que se adelanta es una negociación con la guerrilla de las Farc, para que dejen las armas, aporten ideas, se reinserten, dejen de causar tanto mal y se pongan a producir cosas buenas.

Es decir, las únicas víctimas que deberían estar en La Habana son aquellas que vivieron la tortura, el desplazamiento forzado, fueron violadas, perdieron sus extremidades, sus familiares fueron asesinados o secuestrados, las familias a las que arruinaron económica y moralmente, son a ellos y a otros a las cuales les deben dar explicaciones de sus actos y las razones que los llevaron a cometer esas salvajadas.

Pero esa metodología de revolver todos con todos no es otra cosa que disipar la responsabilidad directa, pública, única que debería asumir la guerrilla frente a sus horrores y bestialidades. Porque en el caso de los crímenes de Estado, pues un tribunal especial, anexo a los de la justicia colombiana y sus fallos, se debería conformar para ellos y sus verdades.

Lo mismo que para los atroces crímenes cometidos por los paramilitares, algunos que ya se están conociendo en el marco de Justicia y Paz, sus líderes están purgando penas en Colombia o en los Estados Unidos por sus vínculos con el tenebroso negocio del narcotráfico.

Pero el gran riesgo que se corre allí es que como todo el mundo es culpable y tiene víctimas, es decir, la guerrilla, el Estado, los paras, los agentes de la Fuerza Pública, nadie puede decir nada ni alzar la voz o reclamar porque todos están al mismo nivel, ese es el absurdo de todo esto.

Todos los que viajen a la mesa de negociación en Cuba deberían ser víctimas de la guerrilla, para que está les explique qué pasó con sus propiedades, con sus familiares, con su vida, con su dolor, con los desaparecidos, con quienes torturaron durante tantos años en la selva.

Lo que va a resultar de allí va hacer una terrible decepción para los colombianos, para las víctimas y sus familiares por la falta de humildad, humanidad y arrogancia de las Farc pareciera no tener límites, y el gobierno Santos prestarse perfecto para un juego de disipación de responsabilidades.

Ojalá que me equivoque, por el bien de las víctimas y de su dolor, y del país mismo, que así sea; pero lo que uno ve venir es que estos esfuerzos no tendrán situaciones fructíferas en el mediano plazo.

Dios quiera que cuando se inicie el proceso de negociación con el ELN, se aprendan de estos errores y no se repita la misma receta trágica y simplona de la actualidad, que busca evitar que de manera pormenorizada, permanente, en detalle los guerrilleros tengan que explicar en público y en privado sus nefastas acciones.

Credito
NELSON GERMÁN SÁNCHEZ PÉREZ -GERSAN-

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