Jerarquías y diálogos

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Las dignidades ministeriales han recibido una reestructuración, con el aparecimiento de unos superministros o como nos los hacen ver, unos distinguidos, que van a coordinar varios ministerios, como ocurre en el caso del Vicepresidente de la República, o el del doctor Martínez, quien va a adelantar una especie de “coordinación política”. Además, aparecen tres ministros consejeros y, como se sabe, existe un connotado ministro del Interior.

Esta reestructuración a las claras está creando jerarquías entre los integrantes del gabinete, figura que no es clara dentro de los sistemas presidencialistas, en los que el primer mandatario se rodea de un gabinete de funcionarios de igual jerarquía, así existan liderazgos o personas que puedan ser más cercanas al presidente y cumplan algunas funciones de coordinación ad-hoc; pero tampoco se acerca a los regímenes parlamentarios en los que existe un primer ministro.

Ojalá que este nuevo esquema de manejo del Gobierno Central no ocasione pisadas de mangueras, entre los super, los ministros normales y los consejeros, porque no se ve claro que en estas convergencias, y por qué no decirlo, duplicidades de atribuciones y responsabilidades, queden bien librados los principios de unidad de mando, de dirección y los procesos de toma de decisiones. Es importante tener en cuenta que jerarquizar de por sí no produce necesariamente buenos resultados en las organizaciones.

Sigo rescatando como positiva la participación de las delegaciones de las víctimas de todas las procedencias y, desde luego, las de las Farc, en los diálogos de paz en La Habana, estas primero que todo, tienen derecho a manifestar su dolor por lo que les ha ocurrido, por los hechos que rodean sus tragedias y lo que piensan acerca del conflicto y de quienes los privaron del amor y la compañía de sus seres queridos.

Por su parte, los actores armados deben decir la verdad, demostrar con expresiones sinceras ante los ofendidos su arrepentimiento y demandar de ellos el perdón, ofreciendo todo cuanto puedan hacer en aras de la reparación. Este contacto permitirá curar muchas heridas abiertas y traerá un poco de sosiego a quienes las padecen.

Para los casos vigentes de víctimas de secuestro o desaparición, los victimarios deben informar donde está el pariente o sus restos, si ya no vive. Es la hora de que no quede un solo secuestrado en el país y de evitar muchas desgracias, bajando la intensidad al conflicto.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO

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