Criminalidad y argumentos coercitivos ante el sol del Espinal

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El País, uno de los diarios emblemáticos de España, publicó el pasado 20 de agosto una crónica sobre los niveles de inseguridad y barbarie criminal en Venezuela.

Esta nación habría llegado a presentar una de las dos mayores tasas de homicidios del planeta. Pero no solo esto. Hay niveles de sevicia y brutalidad, con frecuentes casos de cuerpos desmembrados y personas ahorcadas halladas en la vía pública de esa Caracas aterradora.

El caso venezolano nos sirve para reflexionar acerca de la experiencia anti-criminal en Colombia y el Tolima. Nosotros tenemos una historia de delincuencia que no podemos desconocer ni repetir. Nuestra situación fue particularmente oprobiosa y cruel en los años 50 y en el apogeo narcoterrorista de hace 25 años. Pero nadie puede negar que hayamos mejorado en seguridad.

Para no retroceder en lo ganado -y para que en Tumaco, Buenaventura y Bojayá, también puedan volver a ‘pescar de noche’-, revisemos hechos. La violencia y la criminalidad en Colombia se fortaleció en las épocas en que el Estado entregó su monopolio coercitivo (“coercitivo, va., del lat. coercitum, supino de coercere, contener: 1. adj. Que sirve para forzar la voluntad o la conducta de alguien. 2. adj. Represivo, inhibitorio” -RAE-.).

De otra parte, las regiones más violentas de Colombia en esas épocas históricas, no fueron las más marginadas. Basta recordar el comparativamente rico y feroz Tolima de los años 50, o el Medellín de los 90.

Para salir del caos hicimos varias cosas. Suprimimos el derecho de los civiles de andar armados y logramos dar de baja a legendarios bandoleros y narcos. Empoderamos a jueces, militares y policías, con mejores condiciones salariales y controles de gestión. Arrinconamos a más de un grupo violento, llámese M-19, EPL, ‘Mancuso’ o Farc.

Por último, entendimos todos que el imperio de la ley no es patrimonio de pobres ni de ricos, de izquierdas o derechas.

Aunque no seamos tan pacíficos como Suiza ni Japón, estamos muy lejos de la Venezuela de hoy. Y es que la Venezuela de hoy ha recorrido, desde 1998, la misma distancia en busca de seguridad que nosotros recorrimos en seis décadas, pero en contravía.

Y lo han hecho con el zoquete argumento de impulsar un estado socialista. Como si no supieran que precisamente los estados socialistas de mayor duración –U.R.S.S., Cuba y Corea del Norte- han sido los más coercitivos de la historia; con su peculiar visión de justicia socialista, sí, pero con bajos índices de criminalidad.

Venezuela, ‘ni chicha ni limonada’. La Venezuela bolivariana decidió armar a los civiles, acoger en sus fronteras a los violentos y tolerar el mediocre desempeño de sus jueces –mientras fueran ‘socialistas siglo XXI’.

Resultado: criminalidad, pobreza y ‘socialismo’ dirigido por una poderosa burguesía-narco-cubano-bolivariana, dicen que ‘dada por Dios’.

Credito
GEORGE WALLIS

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