Masificar el deporte, no alienarnos con él

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En la mente de los colombianos vive la alería de los triunfos de Caterine Ibargüen, Mariana Pajón, Nairo Quintana y los demás ciclistas que corren en el mundo, y la Selección Colombia, para citar algunos casos. Esta cosecha en lo deportivo se junta con otros hechos nacionales de éxito, como los resultados agregados de la economía y el empleo, para dar el mensaje al mundo de que este es un país en repunte hacia el desarrollo.

Es innegable también que nuestra sociedad sufre los mismos sesgos que padece la mayoría de las naciones, en cuanto a la valoración de lo deportivo, ya que los triunfos de los colombianos que brillan en el mundo, además del contagio emocional que provocan, se convierten perversamente en uno de esos elementos alienantes, que ayudan a distraer la pobreza y la frustración de mucha gente, que sigue marginada, pero, que con elementos como el deporte y la farándula, se hacen insensibles y terminan resignados, sin manifestar su repudio al estado de cosas que los margina.

Largos son los reportes y extensas las manifestaciones, en los que los narradores y comentaristas deportivos se maravillan y obnubilan con el futbolista o el atleta tal o cual, a quienes definen como unos verdaderos ídolos, semidioses y les dibujan un pedestal, principalmente porque se ganan ingentes cifras de dinero por partido o temporada. Esta circunstancia se hace notar como lo más importante, pero, aunque es deseable que a nuestros mejores deportistas les vaya muy bien en todo, en esta actitud se percibe una apología a la inequidad.

El deporte, en consonancia con la educación, debe ser un instrumento de refuerzo para la construcción y reafirmación de la identidad nacional, a la vez que otorgar oportunidades de un mejor vivir para las gentes que masivamente lo practiquen. Lo anterior, independiente del hecho real de que solo una ínfima proporción se convierte en estrellas de alcance mundial. La actividad deportiva debe ser un elemento de disfrute, al que las mayorías deben tener acceso, y el Estado, facilitar su práctica.

Este propósito exige que, contrario a lo que ha ocurrido hasta hoy, el Gobierno a través del deporte propicie espacios de inclusión social y oportunidades de realización personal para los colombianos en todos los territorios. Definitivamente esta actividad no puede seguir siendo el instrumento de alienación al que nos hemos acostumbrado.

Credito
PEDRO LUIS ZAMBRANO

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