Yihad a la europea

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La pregunta quedó flotando en las potencias de Occidente. ¿Cómo pudo un ciudadano británico tomar un cuchillo y matar a un hombre atado, serruchándole la cabeza? ¿Por qué hay tantos jóvenes que dejan sus hogares en las democracias ricas para zambullirse en guerras lejanas y sórdidas?

Las sociedades occidentales debieron preguntarse también por qué las grandes cadenas de televisión no les muestran las innumerables decapitaciones y crucifixiones que ejecutaron en Siria los yihadistas del Estado Islámico Irak- Levante.

Decenas de soldados sirios fueron filmados en la misma circunstancia que el periodista estadounidense. Otros muchos videos mostraron a los efectivos de Bashar al Asad colgados en cruces como la de Cristo. Pero la estupefacción llegó a Occidente, con los videos en que un verdugo con acento inglés decapita a James Foley y, días después, a Steven Sotloff.

En rigor, no solo la marginalidad occidental puede engendrar extremismo islamista. El ejemplo más claro está en el intelectual que radicalizó el fundamentalismo de la Hermandad Musulmana. Esa organización religiosa egipcia, creada por Hasán al Banna a fines de los años 20, quedó en las décadas del 50 y 60 bajo la influencia de Saddyd Qutb, un docente y funcionario del Ministerio egipcio de Educación que vivió dos años en Estados Unidos. Fue entre norteamericanos que en su mente fermentó un aborrecimiento visceral por el sistema de libertades y derechos individuales. Las páginas de su libro ‘Maalim fil-Tariq’ (Señales en el camino) exudan ese desprecio hacia el ‘american way of life’, al que considera enfermizamente materialista y sexualmente pervertido..

El policía que baleó a un joven negro en Missouri y los jueces que dejaron pasar los días sin ordenar su detención ni acusarlo de nada, recordaron a Estados Unidos y al presidente Obama que el racismo aún pervive y germina en ciertos pliegues de la institucionalidad.

Cada avance contra el supremacismo blanco costó la vida de su impulsor. Abraham Lincoln fue asesinado en Washington por haber abolido la esclavitud. Martin Luther King fue baleado en Memphis debido a su lucha por la igualdad racial. Los hermanos Kennedy, acribillados en Dallas y en Los Ángeles, habían otorgado a la comunidad afroamericana los derechos civiles que el Estado aún le debía.

En las últimas décadas, el racismo perdió terreno en la política. Colin Powell fue el primer jefe negro de las Fuerzas Armadas; Conndolezza Rice, la primer mujer negra en la Secretaría de Estado, y con Obama, la comunidad afroamericana llegó al Despacho Oval de la Casa Blanca.

No obstante, la Policía y el sistema judicial siguen albergando bolsones de racismo que la política fracasa en erradicar.

Esos flancos débiles también están en la mira de los ultrarreligiosos que saben engendrar guerreros fanáticos en el seno de la sociedad abierta.

Credito
Robert Shaves Ford D.

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