Túnel de La Línea

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En esta columna he tratado, varias veces, el tema del cruce de la Cordillera Central. Ahora, con alarma, los opitas y cuyabros y el resto de colombianos nos enteramos de que el Túnel de La Línea no será terminado en el plazo adicional pactado (ya se incumplió el plazo inicial) y de que el Gobierno inició los trámites para declarar la caducidad del contrato.

En medio de los dimes y diretes que se han escuchado esta semana, el contratista alega que se le debe unas obras adicionales (lo que decidirá un tribunal de arbitramento) y que también le deben platas de obra ya construida, la interventoría señala atrasos importantes y hace saber que la obra opera “al ralentí”, el Ministerio dice que ya pagó el 98% de la obra pactada, que no pagará un peso adicional y que abre el proceso de terminación del contrato. Vargas Lleras dice una cosa y Collins lo desmiente. Y en el medio del desacuerdo, los ciudadanos nos enteramos de que hace falta contratar las instalaciones electromecánicas del túnel, de las que depende la seguridad de su operación, y conocemos también que falta licitar la construcción de vías complementarias que permitan acceder al túnel.

Es decir que para usar la obra, los pasajeros y la carga tendrán que esperar a que se finiquite el contrato actual en fecha cada vez más incierta y no se sabe por quién, que se instalen luces, ventilación, alarmas, etc., en un proceso que tomará entre una y dos decenas de meses adicionales; y que hagan las vías de aproximación al túnel. Y si queremos usar los viaductos y pequeños túneles de doble calzada entre Calarcá y Cajamarca, habrá que esperar al pronunciamiento de los tribunales y, después, a que terminen las obras.

Vistas así las cosas, no tendremos solución al cruce de la cordillera ni durante el segundo gobierno de Santos, ni durante lo que queda de este decenio y, quién sabe, no habrá solución antes de 10 años, cuando se cumple el centenario del inicio de obras del túnel de La Línea, para el cruce del ferrocarril. ¡Es que llevamos un siglo esperando esta solución!

Por estas razones y para lograr que el viaje rinda aunque sea en un tramo de 42 km, es imperativo que se defina y se autorice con celeridad la APP de doble calzada entre Ibagué y Cajamarca, a ver si para mediados de 2015 están empezando obras y podemos ir en media hora de una ciudad a la otra por allá en 2018. Porque de Cajamarca a Calarcá, con el crecimiento acelerado del tráfico y la saturación de la capacidad de la vía, cada vez el tiempo de viaje se hará más largo y probablemente será común gastar tres o cuatro horas en ese trayecto corto, de 35 km. Hasta que, algún día, ojalá en este siglo, haya túnel en servicio. No queremos otro COMMSA, esta vez en el Tolima.

Otra cosa: Entre Ibagué y Cajamarca está el Viaducto del Tigre, terminado desde el gobierno de Uribe y, desde entonces, sin uso. Llevan casi cinco años haciéndole obras complementarias. En estos días, ya no se ve mucha actividad en el sitio. ¿Será que lo dan al servicio (porque ya está inaugurado) antes de que se termine este año?

Credito
JULIO A. LONDOÑO B.

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