Tolima no puede quedar de espaldas al río grande

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En días pasados, el NUEVO DÍA alertó a la opinión pública tolimense acerca de la firma presidencial del contrato de navegabilidad del río Magdalena, que ignora al Tolima.

El hecho había pasado inexplicablemente desapercibido dentro de los objetivos estratégicos del departamento y empieza a ser, a buena hora, enfrentado por el gobernador, Luis Carlos Delgado, y su Secretario de Planeación, Fabián Zabala.

Para enfocarnos mejor en la trascendencia de esta gestión, vale la pena hacer un recuento bien conocido, pero de importancia didáctica para la opinión pública.

El río Magdalena fue la vía principal, durante más de 300 años, en el comercio nacional e internacional de Colombia.

Pero la importancia del río ha empezado siempre en Honda –concediendo a Girardot un protagonismo auxiliar. Desde este puerto tolimense iniciaban su recorrido o llegaban a su destino, las embarcaciones cargadas de pasajeros y mercancías. Este era el puerto de llegada o de salida de una vía navegable de 990 km. hasta Barranquilla. Desde ahí se conectaba al país con los Estados Unidos, Europa y África. Nada menos.

La importancia de Honda entonces, gracias a su relación con el más vital de los ríos de Colombia, es proverbial. Basta, como indicador de esta afirmación, recordar la trascendencia de su gente, orgullo del Tolima y del país. Entre los personajes nacidos en Honda mencionaré solo a algunos, destacados por su contribución económica y política nacional: Pedro A. López, el mayor banquero colombiano de principios del siglo XX; Alfonso López Pumarejo, presidente de Colombia, dos veces; Alfonso Palacio Rudas, ministro de Hacienda; y, Emilio Urrea Delgado, presidente de Fenalco e influyente político.

Ciertamente esta figuración económica y política, en cabeza de ilustres tolimenses, no fue casual. La navegación del río empezó a cobrar auge hacia la década de 1880 y se desarrolló en la década de 1920, con la construcción de los cables y ferrocarriles cafeteros.

Las oportunidades comerciales y el consecuente posicionamiento de una clase dirigente regional, que resultó bastante competente, nos condujeron a una época de oro.

Fue a partir de 1914, con la apertura del Canal de Panamá, y en décadas posteriores con el advenimiento del transporte por carretera y el mal manejo ambiental del país, cuando empezó el olvido y progresiva sedimentación del Río hasta su postración, alrededor de 1970.

Pero, mi intención no es despertar inútiles añoranzas. Tolima todo debería unirse para ‘exigir’ que se incorpore el ‘porvenir’ regional en este contrato para recuperar el Magdalena.

Si Honda es el principal puerto de conexión andina con el puerto de Barranquilla, además de la cercana conexión con el paso tolimense por La Línea, ruta obligada del transporte terrestre hacia Buenaventura, parecería clara la conveniencia de incluir al departamento sin escatimar costos.

Credito
GEORGE WALLIS

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