Nobel: Excrementalismo sartreano

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Hace unos pocos días, vísperas del anuncio de la Academia Sueca del premio Nobel de Literatura 2014, me enfrasqué en una cruenta guerra virtual en Facebook alrededor de la candidatura del escritor Haruki Murakami. El novelista japonés había sido considerado por el diario inglés The Guardian como favorito este año y una joven periodista española, Lara Hermoso, escribió un texto contra el autor, que encendió la guerra en las redes sociales.

No me resistí, desde mi humilde y a la vez poderosa tribuna virtual, capaz de llegar a los confines del mundo, a participar en la trifulca. Lo hice a conciencia del costo en imagen, ante los críticos esnob, de confesar mi admiración por el autor de ‘1Q84’.

Aparte de divertirme un rato con el tema, el episodio me sirvió para sacar dos conclusiones en claro. Primera: nada más recalcitrantemente irónico e irracional que la pelea de intelectuales. Segunda: la elección del premio por parte de la Academia es totalmente subjetiva y muchas veces sorprendente. En una encuesta, más o menos reciente, efectuada a un grupo de 200 escritores e intelectuales del mundo, resultó que el norteamericano Phillip Roth debía ser el favorito. Pero, ni Murakami ni Roth fueron los ganadores. El ganador fue el francés Patrick Modiano, quien no figuraba como favorito.

El nuevo Nobel, en general bien reconocido por la crítica mundial, llevó mi pensamiento a otros franceses que lo antecedieron en el premio. Hace seis años, en 2008, el mismo premio fue entregado a Jean-Marie Gustave Le Clézio, ante la decepción enorme de muchos que consideran superior a Modiano. Pero si lo de Le Clézio fue polémico, no es nada comparado con la especie de guerra civil intelectual que inició otro francés también Nobel, hace cincuenta años.

En un acto de honestidad intelectual sin precedentes, y a sabiendas de que era uno de los más ‘opcionados’ para ganar el premio, Jean-Paul Sartre escribió en 1964 una carta a la Academia advirtiendo que no quería tal distinción; habida cuenta del interés económico del premio, deseaba evitar quitar a otro escritor la posibilidad de recibirlo. Al parecer, la Academia no tomó en serio su advertencia y le concedió el galardón, que Sartre rechazó en una actuación sin precedentes (por lo menos para tantos colombianos que hacen ‘lobby’ para que los postulen en cualquier modalidad, así sea de ‘la paz’).

A raíz de la decisión, valiente y autónoma por donde se la mire, se desató una lluvia de insultos contra este hombre admirado por la izquierda y rechazado por la burguesía.

‘Excrementalismo sartreano’ y ‘delincuente del espíritu’, fueron algunos de los insultos que recibió el existencialista por el solo hecho de haberse negado a recibir unos honores codiciados por todos.

Credito
GEORGE WALLIS

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