Democracia y víctimas

.

Democracia es la “Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno”, o el “Predominio del pueblo en el gobierno político de un Estado”. Si comparamos lo que dice el Diccionario de la Lengua Española con la situación que vive el país, no se ve justificación para hablar de democracia existente en Colombia, porque esta solo figura en el papel.

En Colombia se realizan elecciones, pero nunca ha habido democracia. Cuando Alberto Lleras pidió colaboración al gobierno norteamericano, 1959, para ver como frenaba la violencia, la comisión enviada recomendó: “el cumplimiento de las leyes con esfuerzos para eliminar la injusticia social, política y económica.

Para alcanzar esta meta el principio cardinal era el Desarrollo de un Gobierno Democrático, que atendiera los graves problemas sociales.

Lleras Restrepo trató de impulsar una reforma agraria para mejorar las condiciones de vida de la población rural y Fortalecer la Democracia, 1966-1970. Violencia para ganar elecciones y legalizar así un poder ganado por fuera de los parámetros de la democracia, proceso en el cual se han beneficiado los dueños del poder y la mayoría de las víctimas han sido campesinos.

¿Democracia? La que ahora se fortalece con una ley de tierras, para legalizar los baldíos robados al Estado y las tierras robadas violentamente a los campesinos, por quienes han usufructuado la violencia y tienen la obligación, con los de su clase, de oponerse al logro de la paz.

Mire la realidad que vivimos para que comprenda la necesidad urgente que tiene el país de establecer la democracia y dejar de utilizar el término para justificar la violencia que nos imponen.

Nos llenaron de dolor, se robaron hasta el nido de la perra y a las víctimas las abandonaron o las revictimizaron. Hoy les piden que perdonen a sus victimarios mientras ellos legislan para legalizar lo robado y perdonar a los asesinos. Esta vagamundería es la democracia que tenemos.

En el II Encuentro Internacional Edificar la Paz en el siglo XXI (Bogotá. Septiembre 24-26/2014), el jesuita Francisco De Roux, conmovió con u relato de perdón.

En una reunión de víctimas habló un morocho fortacho. Antes del asalto a la iglesia, contaba, corrí con mi niña y me tiré al río. Nadé desesperadamente, consumiéndome con ella de vez en cuando para que no nos vieran. La niña duró mucho tiempo convencida que había tratado de ahogarla. Nos organizamos las víctimas que nos quedamos.

La guerrilla secuestró un vecino, los buscamos para reclamarles y regresamos con el amigo. Días después los paracos secuestraron una señora y una comisión viajó a hablar con ellos. Esa señora no está aquí les dijo el comandante del grupo, está en el corral de esa loma. Con motosierra la descuartizaron y le picaron la cabeza. Esa señora era mi madre y en homenaje a ella trabajo por la paz.

Carmen Tulia Ortega tiene otro tipo de reacción (El Espectador, octubre 12/2014). “A mis hijos los mataron como unos animales y me piden que los perdone. Yo no tengo una tumba para ir a llorar, para llevarles flores a mis hijos, para recordarlos …la mierda que yo he comido y la que he visto a mis nietos comer, no tiene nombre… No puedo perdonar eso, mientras yo viva no los perdono. Hay cosas que se perdonan…muchas. Pero lo que nos hicieron no. A mí nadie me puede obligar a perdonar, prefiero morirme, que me peguen un tiro..

El perdón es individual y la democracia debe ser real.

Credito
HÉCTOR MANUEL GALEANO ARBELÁEZ

Comentarios