Ocio y vagancia

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Se dice con razón que el deporte y el arte son dos disciplinas con las que se puede impedir que la niñez y la juventud caigan en manos del ocio delincuencial, de la vagancia, y con ellos todos los males que conocemos hoy en día.

Sin embargo, sabemos que el Gobierno poca importancia brinda a estos asuntos y se contenta con programas de oportunidad, como si sólo quisiera salir del paso, pues nunca ha pensado en una política cultural que integre el desarrollo cultural de la sociedad.

El Estado, ante su incapacidad de cumplir con el sagrado deber de ofrecer a la ciudadanía el esparcimiento y la diversión que necesita, prefiere descargar su responsabilidad en organizar jolgorios y ciclovías, por ejemplo, en escenarios que fueron diseñados para otras necesidades, en lugar de construir y mantener escenarios competentes adonde acudan los ciudadanos.

Y en el arte su presencia es bien precaria, como lo vemos a diario, con presupuestos que se dilapidan en satisfacer caprichos y no en apuntalar el desarrollo integral de nuestros pueblos.

Unos niños y unos jóvenes que prefieran aprender a tocar guitarra o flauta o cantar, en lugar de copar esquinas en actividades no deseables, son los futuros ciudadanos rescatados de las garras invisibles de la delincuencia.

Ya lo vemos con el programa Jardines Musicales para la Convivencia, que lidera desde 2008 la Fundación Musical de Colombia, en Ibagué. Cerca de 400 niños de sectores necesitados de la ciudad conforman 14 jardines, en los que tienen la posibilidad de vislumbrar un mejor futurocon actividades vocales e instrumentales.

Claro que, por las falencias enunciadas, este hermoso proyecto parece tener sus días contados a raíz de falta de apoyo económico, insuficiente por parte de los gobiernos seccionales, nulo por parte de la empresa privada.

Parecieran no entender esa premisa del arte y el deporte, quizá enfrascados en pensar en votos y en contratos. No ven que el desarrollo espiritual de la sociedad es una garantía para transformar el ocio delincuencial en ocio creativo y ponerle freno a la vagancia perniciosa.

El domingo anterior, asistimos al Gran Concierto Nacional ‘Celebra la Música’ organizado por el Ministerio de Cultura y ejecutado en Ibagué por la Fundación Musical, sus Jardines Musicales y la Orquesta de Cámara de la academia Musical Scale. Ojalá no sea este el último concierto de estos grupos infantiles.

El escenario fue el Auditorio Mayor de la Música, de la Universidad del Tolima. Fue emocionante verlos desfilar con sus voces por composiciones de nuestro cancionero nacional y regional y ser atrapados por el amor y la emoción con que ejecutaron cada una de sus interpretaciones.

Más jardines musicales sería el ideal en una ciudad donde muchos sectores carecen de esparcimiento para una niñez que crece con la zozobra de un futuro incierto.

Credito
BENHUR SÁNCHEZ SUÁREZ

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