En el nombre de Alá...

Robert Shaves Ford

En la nación más pobre del Golfo Pérsico se libra desde hace días una guerra que amenaza con desestabilizar aún más a todo Oriente Próximo y, de paso, con afectar a la seguridad y la economía mundial.

Yemen, Estado fallido donde se ha hecho fuerte Al Qaeda, es un peligroso tablero de ajedrez en el que las dos potencias islámicas principales, Arabia Saudí e Irán, juegan una partida para disputarse la hegemonía.

La rivalidad entre Riad -abanderado del islam suní, que profesa el 85% de los musulmanes del mundo- y Teherán -guardián del islam chií, seguido por casi el otro 15%- viene de lejos y se deja sentir en todos los conflictos regionales actuales: Siria, Irak o el Líbano. Pero en Yemen la situación es especialmente delicada porque se están alineando casi todos los países de Oriente Próximo, con el peligro de que se ahonde más la brecha sectaria.

La decisión de Arabia Saudí de iniciar la operación bélica ‘Tormenta Decisiva’ en su vecino del sur para frenar a los rebeldes hutíes -chiíes-, que dieron un golpe de Estado en Saná hace dos meses y que avanzaban para controlar todo el país, ha provocado ya una fuerte subida del precio del petróleo y preocupa en EE.UU. y la UE sus consecuencias geopolíticas.

Yemen fue el tercer país donde prendió la ‘Primavera Árabe’ en 2011. Aquellas manifestaciones pacíficas fueron reprimidas con brutal represión por el régimen de Saleh, quien, tras varios miles de muertos, se vio obligado a dejar el poder un año después. Pero desde entonces se ha instalado el caos. El Gobierno del ahora derrocado Mansur Hadi ha sido incapaz de enfrentarse a los ataques de Al Qaeda, y el avance de los hutíes. Irán, benefactor de los hutíes, se frotaba las manos al ver cómo el sur de la codiciada Península Arábiga estaba a un paso de caer bajo control chií.

Pero las cancillerías contaban las horas que Riad esperaba para lanzar un ataque con el que pretende volver a tener bajo control su patio trasero. Hasta 185 aviones de combate participan en los bombardeos, en los que interviene una coalición de países árabes. Arabia Saudí tiene preparados a 150 mil soldados y comenzó una invasión terrestre. Teherán advirtió de consecuencias impredecibles y animó a todos los chiíes de la región a responder pero ello es como llamar a los ciegos a la guerra.

En Yemen se han hecho fuertes grupos yihadistas que operan hoy en Irak o Siria. A la vez, por el estrecho de Bab el Mandeb pasa el 4.2% del crudo mundial -3.8 millones de barriles diarios en 2013-, por lo que su cierre o cualquier perturbación grave tiene efectos inmediatos en la economía mundial. Sin embargo, la Casa Blanca permanece en un sorprendente segundo plano. Porque, por un lado, su gran aliado regional es Arabia Saudí, y se ve obligada a dejarle hacer. Pero, por otro, la diplomacia estadounidense cerró un acuerdo histórico con Irán sobre su plan nuclear. Demasiados intereses en juego en el tablero.

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