Historia de un fracaso

Guillermo Pérez Flórez

Cumplió ayer un año más de existencia el ELN. Han pasado 51 años desde que los hermanos Vásquez Castaño fundaron esa guerrilla, animados por el triunfo de la revolución cubana. Esta organización adquiría unos perfiles románticos con el ingreso a sus filas del sacerdote Camilo Torres, quien durante los años 60 fue, sin lugar a dudas, uno de los más importantes líderes del país.

Nunca he compartido la lucha armada. La considero un camino equivocado para transformar la sociedad. Pero he sido siempre amigo de una solución negociada al conflicto armado, porque no creo en las armas ni en la violencia. Apelar a ellas es una derrota de la inteligencia. Cuando las armas se abren paso es porque ha fracasado la política. El cura Camilo creyó que la vía política estaba cerrada, por ello disolvió el Frente Unido y se enroló al ELN. Rápidamente cayó. Fue un imperdonable error histórico.

Las guerrillas colombianas son de las más antiguas de mundo. Pienso en la cantidad de jóvenes universitarios, de obreros y de campesinos que durante medio siglo han entregado sus vidas creyendo estar haciendo lo correcto, y me da una tristeza infinita. Muchos de ellos eran personas inteligentes y con nobles ideales. Han hecho una guerra inútil, su accionar no ha servido para cambiar el país, para hacerlo más justo, más incluyente. No lo han conseguido. Por el contrario. Medio siglo de violencia ha endurecido los corazones de la mayoría de los colombianos, cualquier controversia fácilmente deriva en hechos de sangre. No digo que la intolerancia colombiana sea un fruto de la acción guerrillera, pues son muchas más sus causas, pero es indudable que sí ha contribuido y mucho.

Esta semana el ELN le recordaba al país su existencia, con dos artefactos explosivos en Bogotá. Una acción que indica que no ha logrado desprenderse de la idea de tomar el poder por mediante las armas, que sigue creyendo en esa vía. En Casanare, Norte de Santander, Nariño, Arauca y otras regiones el ELN ha protagonizado acciones armadas que nada aportan a la construcción de una Colombia mejor. Las guerrillas son prisioneras de un lenguaje, de una ideología, de un mito y están dispuestos a morirse ahí. Es una situación realmente dramática. La historia juzgará severamente esta etapa, una auténtica ‘Patria boba’.

Ahora bien, es dramático también el inmovilismo de la llamada ‘izquierda democrática’, frente a esta tragedia. En lugar de generar un movimiento de opinión capaz de hacerles entender a las guerrillas que están equivocadas, que es necesario poner fin a este período, que es más grave persistir en el error que reconocerlo, en lugar de eso, digo, piensan en componendas electorales para ver cómo arañan pequeñas migajas de poder, contratos y burocracia.

Las guerrillas colombianas tienen que entender que están siendo instrumentalizadas políticamente por sectores que lo único que buscan es la perpetuación del statu quo. Algunos sectores políticos, nada serían si no existieran las guerrillas. Éstas les sirven de pretexto para estructurar un discurso y una acción electoral. Hasta el momento solo están escribiendo la historia de un fracaso. No tienen nada qué mostrar ni nada de qué enorgullecerse.

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