Un caballo de Troya

Robert Shaves Ford

Alemania metió en Europa un caballo de Troya como el que Homero narra en La Ilíada. De él va a salir todo el poder alemán frente a los otros miembros de la Eurozona ¿Qué otra Europa no es posible, de momento? El triunfo arrollador de Merkel frente a Tsipras y la imposición de su postura en las instituciones cierra las puertas, por ahora, a un modelo de Europa distinto al que nació hace 15 años con el euro. La moneda única seguirá circulando por un grupo de países que están escasamente cohesionados en materia fiscal o financiera. La crisis griega ha puesto en evidencia que el proyecto del euro arrastra los males con los que nació. Que la Eurozona tiene los pies de barro.

Europa, a diferencia de Estados Unidos, aún no ha dejado atrás la crisis. Lehman Brothers supuso para la economía estadounidense una sacudida similar a la que Grecia ha propiciado a la Eurozona. En Estados Unidos hay un antes y un después de la caída de Lehman Brothers, como en la historia de Europa quedarán marcados los días en los que el euro estuvo a punto de perder a uno de sus socios. Pero entre ambas situaciones límite hay una diferencia crucial: el timing y el modo de abordar el problema. El Gobierno estadounidense permitió la liquidación de Lehman Brothers. Y comenzó a aplicar de forma inminente y sin dilaciones su propia receta contra la tormenta financiera, a base de ingentes inyecciones de liquidez al sistema.

Mientras Europa y el BCE debatían sobre cómo taponar la sangría en los mercados de deuda, la Reserva Federal abría la manguera del dinero. Hoy, siete años después de la quiebra de Lehman Brothers, Estados Unidos prepara ya una subida de los tipos de interés. Mientras tanto, el proyecto del euro, con sólo 15 años de vida casi revienta por la postura griega. El tercer rescate al país heleno pone en evidencia no sólo las debilidades del euro. También que Europa aún no ha superado la crisis financiera que detonó la muerte de Lehman.

Al doblegar el pulso a Tsipras, Alemania se apunta un doble tanto. De entrada, logra que Grecia aplique duros ajustes y asuma la austeridad como filosofía de crecimiento económica. De salida, es más que probable que el Gobierno de Syriza acabe cayendo en las próximos meses.

Con su triunfo ante Tsipras, Merkel lanza un aviso a los partidos hermanos de Syriza, que reclaman “otra” Europa. La crisis ha provocado un cambio de paradigma. La falta de oportunidades ha aflorado y una generación de jóvenes que no votaba ahora acude en masa a las urnas. Y los ajustes se han llevado por delante el voto fiel que profesaba una parte de la población, dando brío a las formaciones de izquierda radical y de extrema derecha. El acuerdo con las instituciones puede ser el punto final que desea Merkel. O un punto seguido en una historia de final incierto que comenzó a escribirse cuando reventó Lehman Brothers, a este lado del Atlántico.

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