París o el principio del fin

George Wallis

Tras los ataques del viernes 13 en París, me viene a la memoria el recuerdo de Oriana Fallaci. Esta escritora y periodista italiana vivió una infancia marcada por su lucha y la de su familia contra el fascismo y la ocupación nazi de su patria en la Segunda Guerra Mundial. Fallaci era una librepensadora a quien no se podría acusar de ultraderecha. Esta mujer excepcionalmente informada estaba en el pináculo de su popularidad hace casi tres lustros, cuando sobrevino el nefasto 11 de septiembre, el denominado 11-S. Este fue el primer mega-ataque de terroristas musulmanes a Occidente, en las mismas entrañas de nuestra civilización.

Las opiniones de Fallaci sobre el 11 de septiembre dividieron a la opinión pública, entre detractores y convencidos de su clarividencia. La escritora había desnudado en sus escritos la decadencia de Occidente y su incapacidad de defenderse de la amenaza del fundamentalismo islámico. En su concepto, la creciente inmigración islámica hacia Europa, que desde hace años genera una gran confrontación cultural, era parte de un deliberado plan de líderes musulmanes para tomarse a Europa. Según su opinión, esta tentativa llevaría inevitablemente a un choque de civilizaciones, como lo habían demostrado los trágicos sucesos del 11 de septiembre de 2001, en que cayeron las Torres Gemelas de Nueva York y fue atacado el Pentágono en Washington.

Cuando murió Fallaci, cinco años después, ya el mundo había conocido los avances esquizofrénicos de la cruzada liderada por Bush y Tony Blair por acabar con Al Qaeda, Saddam Hussein en Irak, y aquellos considerados sus más grandes enemigos del mundo árabe. Pero los éxitos en la lucha en contra del terrorismo eran desde entonces cuestionables. Ni todo el poderío de los norteamericanos, ni su inteligencia, habían podido evitar los atentados recurrentes ni tampoco liquidar al considerado enemigo número uno: Ossama Bin Laden.

Solo 10 años después de la caída de las Torres Gemelas, Washington pudo dar de baja al terrorista y cantar victoria. Pero la victoria que pregonaban era bastante cuestionable. Irak se había convertido desde entonces en un infierno de país, en el cual se incubaba todo tipo de odios, como una serpiente de mil cabezas. Del horror de Al Qaeda y del torpe manejo del eje occidental nació Isis, el llamado Estado Islámico. Isis ha regresado al mundo a las épocas de mayor barbarie histórica y parecería dar fe a las terribles predicciones de Fallaci.

Hoy, casi 15 años después del ataque del 11-S, París, la cuna de las democracias occidentales, es masacrada por Isis. La reacción, que pareciera inspirada en las predicciones de Fallaci, parece repetirse. Francia amenaza a Isis con la guerra y no demora en bombardear sus bases en Siria. Nadie sabe si es el fin de una pesadilla o el principio de un nuevo episodio de horror.

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