De candidatos y otros menesteres

Benhur Sánchez Suárez

Está en boca de muchos por estos días la pregunta de quién será el nuevo secretario de cultura del municipio. Y lo está porque hay ansiedad desde el mismo momento en que el alcalde electo, doctor Guillermo Alfonso Jaramillo, dijo que dejaba en manos de los mismos artistas la posibilidad de postular a quien pueda ser quien oriente estas actividades artísticas y culturales en la ciudad.

El ámbito cultural, dada su diversidad, es bastante complejo. En cada uno de los sectores en que se divide tan importante actividad en la sociedad, hay personas con la capacidad, la experiencia y los títulos que pueden garantizar una gestión exitosa. Sin embargo, creo que en casi todos falta la visión global para que no se parcialicen los estímulos hacia un sector específico, por lo general el sector del cual procede ese representante cultural.

Esto me hace decir que no necesariamente la persona escogida debe ser un artista en ejercicio sino, más bien, alguien con los conocimientos de administración necesarios y una sensibilidad artística que esté por encima de cualquier privilegio para una sola disciplina. Valga decir, un gestor cultural.

Pocos artistas tienen esa formación, esa capacidad administrativa y esa visión de conjunto necesarias para no dejar sectores artísticos marginados de los estímulos creados para dinamizarlos en beneficio de la sociedad.

Claro que es bueno que se piense que, antes que escoger la persona, los sectores culturales deberían establecer primero los lineamientos con los cuales se deba manejar el delicado tema del fortalecimiento de las actividades artísticas y literarias, que es en últimas la razón de ser de una dependencia de esta naturaleza. Y se establezca el perfil del candidato.

Primero hay que dejar en claro la importancia del sector cultural para el desarrollo integral de la sociedad y no como hasta ahora ha sucedido que se mira como actividad marginal, ejecutada por seres marginales y mendicantes.

Me refiero a discutir y formular una política cultural para la ciudad que sea la guía y la norma sobre la cual se base la persona, sea quien sea, que llegue a ser la cabeza de esa importante Secretaría de la administración municipal.

Una política que garantice equidad en la adjudicación de recursos, en la formulación de los estímulos y en la puesta en práctica de las normas contempladas en la legislación nacional.

Estas reflexiones se aplican al departamento, donde no hay una secretaría de cultura sino una oficina con menor espacio para su acción.

De lo contrario por más que se postulen candidatos de buena fe se seguirá presentando la política de la totuma, la fórmula de la solicitud respetuosa, el maltrato al artista y la negación de su trabajo como dinamizador de la economía regional y nacional.

Comentarios