Cumbre climática

Rafael Gutiérrez Solano

El presidente François Hollande lidera la Cumbre del Cambio Climático que se realiza en París, en el que 192 países a través de sus representantes buscan firmar un acuerdo para evitar que continúe la debacle ambiental de la cual ya estamos siendo víctimas, con fenómenos incontrolables como aumentos de temperatura, sequías prolongadas, invernadas no imaginadas. Es decir, al hombre, que es el peor depredador, le están dando de beber de su propia medicina, por cuenta de sus malos hábitos y de unos torpes gobernantes a todos los niveles que en sus planes de administración siempre han mirado de soslayo este tema.

Desde hace bastante tiempo somos muchos los columnistas, escritores, investigadores, ambientalistas, etc., que hemos alertado a las autoridades sobre la falta de conciencia de las personas con la naturaleza; la poca o nula actividad que registran los entes que tienen a su cargo la preservación de los recursos naturales, convertidos en cotos burocráticos malsanos a los que se suma además la ineficiencia de las oficinas de planeación de las ciudades que no evitan, vigilan y sancionan el cotidiano arrasamiento del entorno natural (bosques, parques, reservas forestales), que genera la construcción sin control. Claro, a lo anterior hay que sumarle la minería ilegal, la deforestación permanente, emisiones de CO2 producto de la avalancha automovilística, etc.

Recuerdo una frase del Evangelio según San Mateo, 18, 22, donde Jesús dice a Pedro refiriéndose al perdón: “No te digo siete veces, sino hasta 70 veces siete”. La cito para insistir que este asunto nos incumbe a todos, no importa las veces que aboguemos y nos refiramos a él, pues está de por medio la supervivencia del ser humano.

Aunque ya sea tarde para acometer todas las tareas y así evitar lo que hoy padecemos, asumamos nuestras responsabilidades para impedir que el planeta se nos acabe y las próximas generaciones reciban un desierto, que es el legado que podemos dejarles a nuestros herederos. El naturalista sueco Linneo, en su obra ‘Philosophia Botánica’, afirma: “Natura non facit saltus”. La naturaleza no da saltos. Es el hombre el que sí los da en contra de ella y ya nos los está cobrando.

Recomiendo la lectura del artículo de El Espectador del domingo anterior titulado “Lo que está en juego en París”.

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