La paz necesita de todos

Son varios los problemas del país que demandan tratamiento especial, si de verdad se quiere la paz: la falta de atención a la cultura, la corrupción, la violencia estructural y el deterioro del medio ambiente.

La cultura es vida, dijo un indígena cuando se le preguntó sobre el significado del término, queriendo decir que incluía la forma de vivir de una comunidad, sus creencia, sus costumbres, su memoria, sus formas de trabajar, de hacer celebraciones y de integrarse, entre otros.

Desde la Segunda conferencia Intergubernamental sobre Políticas Culturales convocada por la Unesco (México, 1982) quedó claro que “resulta ahora difícil garantizar un progreso verdadero a los seres humanos y a las sociedades sin tomar en consideración la dimensión cultural del desarrollo” y que “Políticas culturales y políticas de desarrollo se confunden así en la reciprocidad de sus efectos”, otra forma de decir que los planes de desarrollo deben tener en cuenta la cultura de la comunidad. Esto no siempre es tenido en cuenta en muchos municipios, por el poco valor que se ha dado a la cultura en nuestro medio. Buen ejemplo de esto es no haber ni siquiera mencionado la cultura en las negociaciones de La Habana. Es posible que los negociadores ignoraran que la manifestación cultural nacional más grande en plena violencia se dio en Ibagué con el Festival Folclórico Colombiano en 1959, que dio origen a los Festivales del Retorno en los municipios más afectados por la violencia, ejemplo posteriormente utilizado por Neiva.

La corrupción, que no es nueva y una de las principales causas de la violencia, le abrió la puerta a los mercaderes de esta, propició el crecimiento de los grupos armados ilegales e hizo posible el posicionamiento del narcotráfico y de los narcopolíticos. Se ha llegado a afirmar que los funcionarios electos que no roban son pendejos y que no existe un sector de la sociedad, no permeado por la corrupción y la lucha contra esta solo ha sido palabrería. La violencia estructural, generada por las desigualdades que impiden a las personas satisfacer sus necesidades fundamentales, materiales y espirituales, obligan a pensar en un cambio de las estructuras sociales: tenencia de la tierra, justicia, salud, educación, democracia participativa y mayor descentralización administrativa.

La falta de agua, la disminución de la pesca, la contaminación por mercurio de varias comunidades, la miseria dejada por los extractivitas en varias regiones y un Estado arrodillado ante estos, obliga a pensar en un esfuerzo colectivo para defender el medio ambiente, tema sobre el cual el gobierno no demuestra su interés, pero sí apoya a los a que lo destruyen, con la ayuda de la corrupción. Basta mirar a Piedras y Cajamarca. El Gobierno pregona que defiende el medio ambiente, pero hace todo lo contrario, permitiendo que Anglogold haga lo que le viene en gana con La Colosa y la comunidad afectada que es víctima de la compra de conciencias y el fleteo de personas sin sentido de pertenencia y sin menor interés por el futuro del Tolima.No se puede dejar en el tintero la educación. Clasista, excluyente, no pertinente, coja en el sector público y en el privado al garete, abandono en el sector rural y nada de freno a la formación de profesionales solo para salir a hacer plata y no a servir a sus conciudadanos. Para hacer plata nos han vendido con éxito el método Pablo Escobar y de algunos magistrados. Para servir se necesita vocación de servicio que nace en el hogar y la escuela.

Usted puede ser parte de la solución. Deje de quejarse por hacerlo y observe el entorno para ver cómo puede colaborar y dedíquese a disfrutar el placer de servir.

Credito
HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

Comentarios