Se apellida Sandino

Benhur Sánchez Suárez

Hablemos de Sandino. No de Augusto César Sandino (1893-1934), el héroe nicaragüense, tan importante en la historia de América Latina. No. Me refiero al Opita, a Édgar Sandino Velázquez, prolífico escritor, artista integral por su dedicación a la danza, al teatro, a la poesía y a la actividad cultural.

Nacido en las entrañas de la cordillera, en el municipio de Baraya (Huila) y radicado en Bogotá desde muy temprana edad, Édgar Sandino ha sido protagonista de la cultura bogotana, huilense y nacional por su activismo cultural y su permanente publicación de obras y comentarios críticos.

Un hombre de una gran sensibilidad cuyo trabajo literario abarca los libros de poemas, “Palabras teñidas de noche para tu oído”, “Cantos”, “Palabras de amor”, “Bajo el signo de Acuario”, “Selección de poemas”, “Sueño para iniciados”; los libros de cuentos “Ázimo, los cuentos de mi padre”, “El mensajero de los dioses”, “Cuentos urbanos”; y las novelas “Tres novelas cortas” y “Arlequín, historia de un suicida”.

En el campo de la danza y el teatro sobresalen sus publicaciones “Introducción al folclore coreográfico colombiano” y “Cinco piezas para escena”.

Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, francés, alemán y rumano.

Pero de este Sandino sólo voy a referirme un poco a su más reciente novela. Se me ocurre que “Arlequín” (creo que le sobra el subtítulo) es una novela importante, principalmente para el lector, porque indaga en el interior de un artista y descubre ese mundo complejo y muchas veces incomprensible, mundo con el cual se identifica el lector con facilidad. Es como una catarsis porque, quienes conocemos a Édgar Sandino, nos parece que Agustín es un espejo de las experiencias de su vida y gran parte de su transcurso vital identifica la personalidad del protagonista de “Arlequín”.

A través de un diario, que se transcribe dentro de la novela, y un sinnúmero de reflexiones que van del amor a la muerte, de la soledad a la depresión, de la profesión del artista a la envidia y la cotidianidad, se configura una vida incomprendida, como la de muchos de nuestros contemporáneos, jóvenes y viejos, desolados y sin horizonte, solitarios y sin esperanzas a pesar de sus profesiones y relativos éxitos profesionales.

Esta novela, publicada por la joven editorial independiente “Caza de Libros”, de la ciudad de Ibagué, y enmarcada en su destacada colección “Club de lectores”, está llamada a jugar un papel importante en los procesos de lectura que adelantan las entidades educativas y culturales del país.

Sería fantástico que se leyera en los colegios y las universidades, porque desentraña los problemas de identidad y las angustias existenciales que padecen tantos personajes que deambulan por este siglo que nos ha tocado en suerte vivir.

Los invito a leerla.

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