Romper el primer círculo

Nelson Germán Sánchez

Lo más fácil en un país como el nuestro, con un sistema de salud como el que nos tocó, siempre es echar la culpa de todo los males al sector salud mismo. Pero esta vez creo que es justo hacerle un reconocimiento a mujeres y hombres (sobretodo médicos, enfermeras, camilleros, laboratoristas, farmacéuticos..) que presentan de manera profesional y eficiente sus servicios pese a la crisis misma del sector.

He conocido varias historias, y lo he vivido en carne propia en los últimos días, que permiten concluir que uno de esos problemas enormes del sistema se da en el acceso, entendido éste como la posibilidad de acceder al servicio médico como tal.

Concluye uno que el enorme hueco que existe es la diferencia de tiempo entre el momento que usted llegue a urgencias, a la cita con el especialista o un servicio de complejidad y la hora que lo atienden realmente. Son por lo menos cuatro horas en promedio lo que ello se tarda, lo cual es un absurdo; pero cuando se logra romper esa muralla, usted encuentra gente comprometida con la salud, con un buen servicio pese a muchas afugias por falta de medicamentos, camas, insumos y lo demás. De verdad se preocupan por servir a la gente que tienen a su cuidado.

Claro, como en todas partes habrá personas flojas, que no quieren trabajar o no le ponen mística a su labor, pero en general usted siente que es ahí donde el sistema de salud funciona como debe ser. No hay un médico que quiera dejarlo mal operado, diagnosticado o medicado, o una enfermera que quiera incumplir con los protocolos de atención. Pero lo cierto es que sí deben luchar contra lo que podríamos llamar el segundo círculo, toda la parte administrativa y financiera del sistema que es realmente el cuello de botella del sistema. Es ahí donde se pierde, por no decir se roban, los aportes, los subsidios, los giros del Gobierno a las instituciones prestadoras y promotoras de salud.

Son el corazón financiero –de piedra- del sistema mismo. Las trabas, las demoras, las malas decisiones estratégicas sobre qué priorizar, la pérdida de recursos, las inversiones suntuosas se deciden ahí, y los colombianos que sabemos lo que ha pasado: pérdida de plata, robos por doquier, insumos que no llegan, falta de ampliación de camas y coberturas, no ampliación del personal, malos salarios, retrasos en los pagos a salarios y cuentas especialistas, proveedores, enfermeras y demás.

Recordemos que por ejemplo en el millonario robo de Saludcoop, por ejemplo, algo muy, pero muy extraño pasó, porque a Palacino no le ha pasado absolutamente nada. Es más el Estado y la justicia (especialmente nuestro paisano el ex fiscal Montealegre) sabe que fue una especie de cómplice de que ni se arreglara el servicio a los afiliados a esa EPS ni se recuperarán los dineros malversados, ni se metiera a la cárcel a ninguno de los que hizo fiestas y bacanales con esa platica.

Nuestro flagrante Ministro de Salud, ni toca ese tema, parece querer enterrarlo como sea; la Supersalud, ni se diga, el Presidente, no se quiere acordar; la Fiscalía se sigue haciendo la de la vista gorda y oídos sordos a Saludcoop, la justicia no cojea si no que va de rodillas ante Palacino, Montealegre y su gente.

Por eso, creo que todos de manera pedagógica tenemos que pensar en el sistema de salud colombiano como un problema, sí, pero, desde lo administrativo, lo gerencial, que obstaculizan los servicios, porque casi siempre nos estrellamos es con esos profesionales vestidos de blanco, azul o verde claro, que son quienes sí ponen la cara, aguantan las angustias de todos nosotros y quieren ayudarnos.

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