La paz es de todos y para todos

Por mucho que se le juegue a la paz, no creo que con la firma de lo acordado ésta se va a lograr y que con el pataleo de los que defienden la guerra aquella fracasa.

La firma es un avance y a la vez un reto, que como la paz, es de todos y para todos. La paz no se logra con corrupción, impunidad e injusticia social. Imposible alcanzarla sin educación, sin trabajo y con campesinos sin tierra y en la miseria.

Las mafias, el narcotráfico, el clientelismo y la politiquería son un obstáculo para la paz, como lo es ignorar el papel de la cultura en el proceso y permitir la cantidad de vividores del postconflicto que más que la paz les interesa tumbar dinero destinado al proceso.

El proceso de paz, por lógica, es lento. Paso a paso dice el montañero y etapa por etapa dicen los que desde los escritorios capitalinos proyectan sin tener en cuenta las comunidades y sus necesidades reales y su cultura. La paz es necesaria pero no puede politizarse pensando únicamente en votos y vendiendo miedo.

Recientemente, un personaje duró ocho años con la promesa de acabar con la guerrilla, fortaleció el paramilitarismo, toleró y aplaudió los falsos positivos, encargó al doctor ternura de las falsas entregas de los supuestos alzados en armas y se lució dando bendición y perdón a los paramilitares. Uno de sus ministros, el inmaculado Invercolsa Londoño prometió dejar el país sin una mata de coca y hoy se erige como el abanderado de la oposición a la paz. No podía hacer cosa distinta. Durante ese tiempo trabajó sin descanso para perpetuar la guerra.

Y retrocediendo en la historia de la violencia, el legendario guerrillero Guadalupe Salcedo se amnistió y poco después fue asesinado. Charro Negro, líder de los comunes, fue amnistiado y al poco tiempo, gracias a un operativo organizado por la Gobernación y el Ejército, fue asesinado por otro amnistiado llamado Mariachi. El ejército organizó en San Antonio un batallón de campesinos conservadores para combatir las guerrillas liberales. Estos paramilitares conservadores fueron conocidos como el Batallón de San Antonio, con historia tan desconocida como la del Rojo Ata, con organizadores y financiadores activos que una vez fue creada la Unión Patriótica se dedicaron a su exterminio.

La memoria, mis principios y mi condición de víctima de la violencia (familiares cercanos, amigos y compañeros de Ejército) y mi trabajo cultural en zonas afectadas por la violencia me dan razones para defender el proceso de paz, esperando que el Gobierno, los dueños de la economía del país y las fuerzas políticas trabajen sinceramente por logar las transformaciones que requiere esta sociedad y reclaman los colombianos.

Es indispensable trabajar en la reconciliación, teniendo en cuenta la cultura de cada comunidad, sus necesidades y sus aspiraciones, vinculando además a la población infantil y juvenil. Esto es clave para que el ejercicio tenga trascendencia. No olvidemos que la paz es de todos y para todos.

**Dos retos ambientales merecen atención tiene el Tolima. Ganar la consulta contra la minería propuesta por el Alcalde de Ibagué, algo que tiene ganado el respeto y el apoyo de todos los ibaguereños que quieren defender un patrimonio para las nuevas generaciones y lógicamente no permitir que Anglogold, tan dedicada a comprar conciencias y a fletar periodistas, siga destruyendo el medio ambiente con la explotación de La Colosa. El agua es vida y la vida es sagrada y así sea por instinto de conservación, tenemos que defender la vida, algo que no interesa a los extractivistas que solo dejan miseria. Basta una mirada al Chocó. Empresas mineras nacionales e internacionales esclavizaron y explotaron a los nativos, llevándose el oro y el platino, dejando al Chocó que hoy tenemos en la miseria y carcomido por la corrupción, la impunidad y, sobre todo, el desastre ambiental irreparable.

La amnesia me permite recordar que quienes abrieron las puertas de par en par a La Colosa, fueron un ministrico corto de nariz y apellido tolimense y un fracasado candidato a la Alcaldía de Ibagué, corto en producción intelectual y sobrado en resentimientos. Solo hace falta del artículo fletado del Silverio Gómez, calificando de criminales a quienes defienden el medio ambiente y el futuro del Tolima.

Credito
EL NUEVO DÍA

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