Ellas y nosotros, los invisibles

Benhur Sánchez Suárez

Ellas han protestado. Han sido excluidas del olimpo de las letras a pesar de que muchas tienen suficientes menciones en los medios como para no sentirse solas. Y sean más leídas que muchos escritores.

Pero como en este año, declarado Colombia-Francia, las letras de nuestro país han tenido gran promoción en el país galo (conversatorios, presentación de libros, traducción de obras de un selecto número de colombianos escogidos por el Ministerio de Cultura en representación nuestra) las escritoras también deben estar presentes en igualdad de condiciones.

Algunas han ido, dicen, y seguirán yendo el resto del año. Esa ha sido la disculpa ante el contundente pronunciamiento femenino. Unas poquísimas mujeres, claro. Con el núcleo de siempre de los hombres. Los privilegiados.

Lo curioso y bastante torpe por parte de los que deciden, fue excluir en la última delegación seleccionada a las autoras colombianas. Y con toda justicia ellas han protestado por esa exclusión, se han sentido lesionadas e invisibilizadas. Algunas de las que ya fueron o están por ir o están allá se han sumado a los reclamos. Han renunciado a ir. Dicen.

Apoyo en todo sentido su protesta. Tan escritoras son ellas como nosotros. Y en muchos casos sus obras son más notables que las nuestras.

Somos escritores, blancos, negros, mujeres, hombres o gays. Sólo eso. Ninguna diferencia garantiza que haya mayor calidad en unos u otras. Únicamente importa la buena literatura.

Aun así, la exclusión no ha sido sólo de género. Ha sido también de procedencia. Los pueblerinos invisibles. Y es que para los seleccionadores el país empieza en las Plaza de Bolívar y termina en Soacha. Y la provincia sigue invisibilizada y excluida.

No es la primera vez que se presenta una supresión semejante. La exclusión pareciera ser una política de Estado.

Por este hecho también se ha develado que existe un listado de elegibles para representar a Colombia en las convocatorias que hacen otros países. Pocos saben quiénes lo conforman. No se adivina porque a los diferentes países adonde acude Colombia como invitada van siempre los mismos, con contadas excepciones. La “rosca”. Y no de género.

Por eso no es posible que en el listado ni en las convocatorias figuren mujeres tolimenses como Luz Nelly García, Luz Stella Rivera Espinoza, Esperanza Carvajal Gallego o Myriam Castillo Monsalve, dignas representantes de las letras colombianas. Doblemente invisibilizadas y excluidas.

Y aunque no se trate de género, sino de calidad en la literatura, no hay justificación alguna para lo que han hecho.

Sobra decir que también hay una lucha de egos, tan grandes como el desprecio, que pugnan por no dejarse sacar del listado, así tengan que invisibilizar a los demás.

Triste panorama para ellas y nosotros. Los invisibles.

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