Europa, de cristiana a musulmana pasando por el ateísmo

Santiago Martin

Una semana más, por tercera vez, el Santo Padre ha dedicado su catequesis de los miércoles a la Eucaristía. Ha recordado en esta ocasión algo que es esencial en nuestra fe: que en ella se actualiza, se hace presente de nuevo, aunque de forma incruenta, el sacrificio de Cristo en la Cruz. Si el primer día habló de la presencia real del Señor, en esta ocasión se ha fijado en el otro aspecto esencial de la Eucaristía.

Pero la noticia que más ha llamado la atención, aunque posiblemente no la más importante, ha sido la difusión de una supuesta profecía de San Juan Pablo II: “Veo a la Iglesia del tercer milenio afligida por una plaga mortal, se llama islamismo. Invadirá Europa. He visto a las hordas venir, de Occidente a Oriente: desde Marruecos a Libia, desde Egipto hasta los países orientales”. Esto ha coincidido con un hecho lamentable que ha tenido lugar en Francia: dos musulmanes, al grito de “Alá es grande”, han entrado en un monasterio de clausura durante la Misa y han conminado a las monjas a que se hicieran musulmanas, amenazándolas con el fuego del infierno si no lo hacían; por fortuna no fue más que un susto, pues no llegaron a maltratar a las religiosas, como sí ocurrió hace algo más de un año, también en Francia y también durante una misa, cuando mataron al sacerdote, a una monja y a dos feligreses.

Ambas noticias se han unido a la publicación de unos datos sobre el crecimiento del islam en Alemania, que coincide con la caída en picado de los católicos y aún más de los protestantes. En los años 80 había 700 mezquitas y hoy hay 2.500. Por el contrario, los templos católicos se cierran o venden. En la diócesis de Tréveris, la más antigua de Alemania, se ha pasado en sólo tres años, de 903 parroquias a 35, tras la reestructuración que se ha visto obligado a hacer el obispo. En la diócesis de Essen, se ha pasado de 259 a 43. Los católicos perdieron en 2016 nada menos que 162.093 fieles y se cerraron 537 parroquias. Los protestantes están peor: perdieron en 2016 unos 340.000 fieles y tuvieron 180.000 bautismos; las salidas voluntarias fueron de 190.000. Muchos recuerdan la frase del presidente turco Erdogan: “Nuestros minaretes son nuestras bayonetas, nuestras cúpulas son nuestros cascos y nuestras mezquitas son nuestros cuarteles”.

Por una cosa y por otra, en Europa la preocupación crece. Pero posiblemente la causa no tenga que ver sólo con el ascenso de una religión que muchos ven más como un sistema político que como una verdadera religión. Como decía el Papa Francisco hace unas semanas: “Europa ha abandonado la tradición por la traición”. La apostasía masiva de los europeos de sus raíces cristianas deja un vacío que llena el islam. Quizá la culpa no sea tanto de los que llenan las mezquitas como de los que dejan vacías las iglesias. El ateísmo materialista de Occidente no es capaz de enfrentarse con una religión vivida en modo fundamentalista, entre otras cosas porque es cobarde. Le resulta gratis y entretenido atacar al cristianismo, que no se defiende, mientras que se rinde ante la versión violenta del islam. Que luego no se queje de las consecuencias.

fundador Franciscanos de Maria

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