La irrupción de las nuevas ciudadanías

Hugo Rincón González

La campaña que culminó el pasado 17 de junio y que permitió con la participación de más de 19 millones elegir un nuevo presidente, tuvo en el discurso de Gustavo Petro, la reivindicación de una categoría que poco se había discutido más allá de lo que se hace en las grandes capitales y ciudades: las nuevas ciudadanías.

En ese contexto lo que se debe entender es que la ciudadanía no se adquiere con determinada edad, sino que es el resultado de un proceso de formación, de allí que se hable de ciudadanos y ciudadanas en formación.

La ciudadanía tiene que ver con reconocerse como sujeto de derechos e implica también participación en la democracia. Cuántas personas en nuestro país tienen la edad en que son reconocidos como ciudadanos y no ejercen sus derechos en todos los escenarios que nos brinda la constitución del 91, tanto es así que muchos teóricos reconocen que en Colombia hay más escenarios de participación que ciudadanos con capacidad de optar por ellos.

Lo que vimos en la campaña de la Colombia Humana fue la irrupción de un fenómeno político que fue protagonizado en las diferentes regiones por una enorme cantidad de personas de diferentes clases sociales, de heterogéneas profesiones, diversas edades (jóvenes y viejos), género y orientación sexual, que se identificaron en una causa común y era el programa de esta opción política, estas son las nuevas ciudadanías.

Confluyeron entonces, grupos indígenas y afrodescendientes, personas que en sus regiones luchan por la defensa del medio ambiente, animalistas que están en contra del maltrato animal, grafiteros, teatreros, practicantes del deporte, líderes religiosos que defienden una verdadera independencia entre la iglesia y el Estado, ciudadanos que reivindican la igualdad de género y contra la violencia a la mujer, personas que se juntan para enfrentar la discriminación por la orientación sexual y por obtener garantías plenas de los derechos de la comunidad Lgbti, entre otros.

Todos estos sectores, más allá de la contienda electoral que finalizó hacen su trabajo permanentemente en barrios, localidades, veredas profundas, municipios alejados de las grandes ciudades, tienen presencia en la costa, en el valle, en el Pacífico y en importantes ciudades capitales.

Por encima de la coyuntura electoral los junta, el deseo de trabajar por la democracia, la igualdad en la multiplicidad de las diferencias, el reconocimiento de los disensos, la inclusión de todos, la justicia como equidad y en general la defensa de los derechos humanos.

Trabajan por el fortalecimiento de la ciudadanía, le apuestan en el mundo de la vida diaria a la necesidad practica de renovar nuestros esfuerzos por democratizar la democracia, haciéndola cada vez mas participativa, incluyente y comprometida con los derechos humanos fundamentales. Luchan por hacer de Colombia un mejor país, por promover el desarrollo integral de sus territorios con convivencia, reconciliación y paz.

Las nuevas ciudadanías entraron impetuosamente en la escena política de Colombia, reclaman su lugar en la democracia y muy seguramente seguirán siendo protagonistas en las elecciones locales y regionales, donde se la jugarán por ampliar sus espacios y seguirse consolidando como una opción real de cambio en las regiones y la nación.

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