¿Cigarrillos a la cárcel o flores al cementerio?

Columnista Invitado

Es inaceptable ver que cada día más va en aumento las cifras de personas lesionadas o fallecidas a causa de la intolerancia, seres humanos que al más mínimo contacto con su semejante se llenan de ira y la traducen en violencia.

O acaso ¿No sería más fácil tomarnos unos segundos para pensar o razonar y de una manera civilizada solucionar nuestros inconvenientes?, o ¿es usted de esas personas que aun piensa que todo se soluciona a los golpes?.

Si es de los que actúa de esta manera, debería ir haciéndose una idea de cuál va ser su futuro, más aun si se tiene en cuenta que en una “pelea” nadie gana, y cuando aseguramos esto de manera categórica, es porque nuestra experiencia así lo demuestra; cada vez que acudimos ante el llamado de la ciudadanía por una riña entre vecinos, desconocidos o familiares, podemos evidenciar que ninguna de las dos partes sale victoriosa, ya que uno de estos resulta con lesiones en su cuerpo y el otro deberá enfrentar cargos ante la justicia por lesiones personales u homicidio.

Infortunadamente en la mayoría de los casos se observa que estos actos se presentan cuando los seres humanos se encuentran bajo los efectos de sustancias psicoactivas o del alcohol, lo que permite que las personas se desinhiban fácilmente y no razonen de manera acertada, lo cual no los excluye de ninguna responsabilidad.

En el caso de nuestro país es triste ver cómo entre amigos, hermanos o parejas se agreden simplemente porque no toleramos que nos digan algo, que nos miren, o nos tropiecen de manera involuntaria y peor aún, cuando no se está de acuerdo en cosas tan insignificantes como el gusto por un equipo de fútbol.

Pero, ¿qué nos motiva a ser intolerantes?, según estudios realizados por diferentes colectivos de psicólogos a nivel mundial, una persona intolerante reúne una serie de características (defectos) que los lleva a los extremos, la primera de ella es que discriminan a los demás por motivos de raza, sexo, creencia religiosa u otras razones, lo que de inmediato los hace salirse de casillas.

Otra de las causas asociadas a la intolerancia es que son personas fanáticas, es decir que creen firmemente y defienden con una pasión exagerada y desmedida sus ideas, sin importar la opinión de los demás.

En algunos se hace presente la intransigencia, que no es más sino que no aceptan el punto de vista de los demás y creen que son poseedores de la verdad absoluta.

Estos son apenas algunos de los rasgos que nos debería llevar a una auto evaluación y pensar si vale la pena comportarnos como animales (quienes no razonan) o por el contrario, desarmar nuestros corazones, darle la razón a quien la tiene, escuchar a los demás, o por sobre todas las cosas valorar el don más hermoso que poseemos “La Vida”.

De usted depende si quiere seguir celebrando junto a su familia el día de la madre, navidad, año nuevo, o ir al estadio a ver a su equipo del “alma”; solo usted y nadie más que usted es responsable de sus propios actos, pero de igual forma tenga en cuenta que de las malas decisiones que se tomen también depende el futuro de muchas personas, como el de sus hijos, padres o esposas, quienes en ultimas deberán decidir si le llevan cada domingo, cigarrillos a la cárcel o flores al cementerio.

Dios y Patria.

Columnista invitado

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