¡Cuidemos a nuestros médicos!

Columnista Invitado

Médica Radióloga

Cuando un bachiller decide estudiar medicina tiene muchas expectativas, lo mismo que su familia. El ingresar a la Facultad de Medicina es un proceso difícil. En teoría, los mejores estudiantes acceden a esta carrera. Largas horas de estudio y de sacrificio se van sumando a esta profesión que ha acompañado a la humanidad en sus momentos de alegría y de dolor, a lo largo de la vida: desde el embarazo hasta la muerte, pasando por el parto, la niñez, la adolescencia, la adultez y la senectud.

Nuestra tarea como médicos: curar a veces, aliviar a menudo, consolar siempre. Muchas horas estamos con nuestros pacientes (usuarios, en el argot actual), y dejamos pasar tiempo que pudiéramos compartir con nuestros familiares, por cumplir con nuestra labor. La enfermedad y la muerte no piden permiso y no preguntan a qué horas llegan.

Cuando un estudiante de medicina termina su pensum académico continúa con el internado, que es una oportunidad para integrar sus conocimientos académicos con la práctica. Posteriormente realiza su año rural, que le permite colaborar con la atención de la población en zonas donde hay escasez de recursos humanos, como contraprestación de servicio social, este médico, lleno de entusiasmo llega a atender a una comunidad para ofrecer sus conocimientos y su tiempo.

Infortunadamente, se enfrenta en Colombia a un sistema de salud desequilibrado, desorganizado y fracturado. No puede resolver muchas situaciones y se expone cada vez más a la intolerancia, en un país que no ha logrado estar en paz, y en donde la intransigencia sigue gobernando.

Algunos de nuestros líderes manifiestan expresiones de odio, razón por la cual muchos de sus seguidores copian dichos mensajes. A tal punto llega la intolerancia que incluso se ha visto afectado el personal de salud. Recientemente fue asesinado un médico rural y fue baleada una enfermera. Cada día se conocen más noticias sobre las agresiones al personal médico y paramédico, especialmente en las zonas de conflicto armado.

La comunidad exige sus derechos. ¿Y de los deberes qué? Uno de esos deberes es el respeto, valor que se ha ido perdiendo. Los médicos recién egresados no quieren trabajar en el territorio nacional. Quieren irse a cualquier otro país y no atender a la población colombiana, que, con sus impuestos, y esfuerzos del Estado y de la familia lo han ha formado como profesional de la salud.

En mis oraciones pido respeto para la comunidad médica y para todo el personal de salud, cuyo proyecto de vida es cuidar a la población. Cuidemos y respetemos a nuestros médicos y a nuestro personal de salud, pues siempre, de una u otra forma, estaremos en sus manos.

Columnista invitado

Comentarios