De Mandela a Arias: una comparación macondiana

David Héctor Galeano

Nelson Mandela nació en Suráfrica, una nación conquistada a sangre y fuego por los occidentales blancos, que no obstante ser una minoría impusieron el apartheid durante la mayor parte del siglo XX.

Madiba, se propuso desde muy joven, transformar esa sociedad inequitativa, xenófoba y racista en la cual nació. Un gobierno que trazaba una raya entre negros y blancos, cerrando las posibilidades para que cualquier ser humano de tez morena, llegase al poder político, militar y algún tipo de educación superior.

Luego de iniciar su lucha contra la segregación racial, fue apresado y condenado por terrorismo. A los ojos del régimen, la disputa por la igualdad entre razas, por abrir espacios para que los negros pudiesen votar, ser elegidos, estudiar en las mismas escuelas que los blancos, obtener una remuneración justa, era sinónimo de terrorismo y por supuesto comunismo.

Tuvieron que pasar 27 años y la llegada de un contexto internacional muy distinto para que fuese liberado y pasara a liderar uno de los procesos de reconciliación más admirable de la historia.

En 1994, ascendió a la presidencia implementando el gobierno de la Unidad Nacional, eliminando cualquier posibilidad de venganza contra esa casta política y ante el asombro del mundo, invitó como llave Vicepresidencial a Frederik de Klerk, perteneciente al grupo que gobernaba la nación.

En Colombia, ya sea por crasa ignorancia o perversa manipulación, el partido de gobierno compara al Premio Nobel africano, con el sentenciado exministro Andrés Felipe Arias. Las diferencias son obvias.

Arias no solo fue condenado en varias instancias por la justicia colombiana: Corte Suprema, Fiscalía y Procuraduría. Además, el aparato judicial norteamericano lo recluyó en una cárcel de máxima seguridad, a la cual, solo ingresan los más peligrosos criminales y de manera reiterada le negó la posibilidad de asilo, dejando claro que para ellos, alias “Uribito”, solo era un hampón que debía ser extraditado para que pagase la condena en el país que delinquió.

Por otra parte, el hombre de confianza de Uribe Vélez pertenece a la élite política y económica gobernante a la cual representó. Una corrupta élite que defienden los privilegios de los latifundistas, es decir de aquellos que robaron tierras a negros e indígenas. De esa clase política que propuso en pleno siglo XXI, la construcción de un muro que delimitase las tierras de blancos, negros e indígenas en el Cauca, como ridículamente afirmó la senadora Valencia. Una absurda contradicción a la filosofía de Mandela.

La sola comparación entre un criminal condenado por varias instancias y el gran Mandela, deja claro que Colombia es uno de los países de América Latina en los que menos se lee, que los resultados de abolir la historia de los currículos salta a la vista y que ni en la cabeza de nuestro premio Nobel de literatura, cabría un relato tan macondiano como el narrado por los representantes del CD, ávidos por limpiar la imagen de un delincuente.

@hgaleanodavid

Analista Internacional

Comentarios