Mujeres rurales, invisibles

Columnista Invitado

Hace unos días en un programa de televisión, hablaban de la mujer rural en Europa. La entrevistada exponía la inestimable contribución de las mujeres rurales al desarrollo de los países.

Aducía que cuando se hablaba de mujeres rurales, hablamos de mujeres fuertes, trabajadoras que dirigen explotaciones agrícolas, mineras y ganaderas, emprendedoras que abren empresas rurales, mujeres con coraje, cuidadoras de su familia, vitales, que frenan con su trabajo los graves riesgos demográficos, como el envejecimiento, la masculinización o la despoblación que afectan a algunos estados europeos, especialmente a España, donde 4.983 Municipios están amenazados por la extinción demográfica y 1.321 están en situación extrema, porque no pasan de 100 empadronados.

Cierto que las mujeres rurales europeas tienen un papel activo, fundamental en el mantenimiento y desarrollo de la economía, generan riqueza y contribuyen a la fijación de la población al territorio; pero también es cierto, aunque mucho menos, que hay países donde son discriminadas para acceder al mercado laboral y tienen dificultades para conciliar la vida familiar. Un informe presentado en Estrasburgo, denominado ¨Las Mujeres Rurales en Europa¨ indica que solo tres de cada 10 propiedades rurales están en manos de mujeres.

Hay que decir, que la Unión Europea, a través de la European Union Agency, (FRA) por sus siglas en inglés, realiza investigaciones sobre la evolución de las mujeres rurales, cuáles países y cuáles no, están en escala de vulnerabilidad, o cumplen sus directivas, cosa que no pasa en los países en desarrollo.

La realidad de las mujeres rurales en Latinoamérica es totalmente distinta, difícilmente tenemos datos indicadores reales, de una población que entre otras cosas, tienen distintas ocupaciones, actitudes y demandas, pero sobre todo, en la seguridad alimentaria y desarrollo agrícola.

En la Región, es muy poco lo que se ha avanzado en la eliminación de las brechas existentes entre el mundo rural y el urbano, especialmente en la naturaleza estructural del problema de la exclusión. A menudo el trabajo de las mujeres rurales en el hogar es invisibilizado, subvalorado y confundido con el que realizan en la explotación agrícola; no es un secreto que las mujeres trabajadoras del sector rural en Colombia laboran hombro a hombro, sin descanso y quien recibe el ingreso es él, cuando trabajan en pareja. Ellas, pese a ser igual de productivas y buenas gestoras, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor que sus homólogos masculinos, ellas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos de la pobreza y la diversidad, no solo en cuanto a sus actividades económicas, sino de sus vidas y compromisos.

dicripa@yahoo.com

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