Nefasto neoliberalismo

Camilo González Pacheco

Han sido muchas las teorías sobre las causas de la ira santa y en algunos casos, de furia salvaje, que ha brotado en algunos países del mundo y de América Latina. La mayoría de ellas – en esta época– como consecuencia del Neoliberalismo, se sustentan en tres grandes problemáticas: pobreza, desigualdad e inequidad.

La última edición, de este mes, de la revista Le Monde Diplomatique, trae un concienzudo análisis, escrito por Carlos Gutiérrez M, que nos permite tener una visión amplia de cómo se manifiesta este fenómeno. Dicho estudio, lo sustenta en la caída de las tasas de ganancia y la necesidad de incrementar la explotación de la fuerza de trabajo que impulsan al capitalismo a tres tipos de disputas: pugna entre los países por mayores porcentajes en el comercio global y saqueo de las economías periféricas; reformas con el propósito de esquilmar los ingresos de quienes generan riqueza social; brutales ajustes económicos que implican la reducción del gasto público social, de importaciones y demanda de bienes de la canasta familiar para cubrir la deuda externa.

En América Latina, afirma el experto, los dueños del capital avanzaron usurpando condiciones de vida digna de amplios sectores sociales y sus derechos políticos; despojarlos de sus conquistas laborales, económicas y políticas a través de reformas neoliberales de primera y segunda generación. En una primera ofensiva del capital sobre el trabajo, parte de los activos fueron privatizados y el comercio perdió control estatal hasta ser liberalizado en su totalidad.

El mercado laboral se flexibilizó, permitiendo la contratación indirecta de mano de obra, quebrar el salario, la estabilidad laboral y menguar el sindicalismo. En una segunda ofensiva, se tuvo como prioridad la reforma del conjunto del Estado; la administración pública se adecua para que el capital opere y pueda fluir sin obstáculo. Como resultado del dominio del capital financiero a nivel global la financiarización entra a reglar la economía y los intercambios sociales. De este modo la globalización impone sus dominios, lógicas e intereses.

El déficit fiscal, se utiliza como excusa para ejecutar políticas privatizadoras y reducción de la función del Estado. Imponer más impuestos a los trabajadores y menos a los ricos; flexibilización laboral, reforma pensional para beneficio del sector financiero, desmonte de subsidios, incremento de tarifas de servicios públicos, argumentadas con la promesa de crear más empleo y reducir la desigualdad.

Todas, manifestaciones del nefasto neoliberalismo, que explota y deshumaniza la sociedad, y que concita, de cuando en cuando, la justa ira e inconformidad popular y social, agravada por la ola criminal del continuo asesinato de líderes indígenas, sociales y reinsertados. Ahí reposa, la causa de los efectos que agitan, por estos días, la Nación colombiana.

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