¿Qué está pasando en América Latina?

Rafael Aguja Sanabria

Abogado Litigante

Esta es una pregunta que, por estos días, nos estamos haciendo todos, pero la respuesta siempre depende de los intereses de cada quien, especialmente si son económicos y sociales. Pero, desde luego, algo está pasando dadas las gravísimas consecuencias de movilizaciones poblacionales y de situaciones políticas, unas evidentes y otras no tanto. ¿A qué se debe, entonces, las diásporas o desplazamientos masivos de Venezuela, Honduras y Nicaragua?

La realidad es que muchas personas, muchas más de las que uno puede pensar, prefieren emigrar de sus respectivos países y emprender un viaje aventurado e incierto hacia destinos desconocidos y sin garantías de ninguna naturaleza.

La explicación puede ser de carácter histórico, dado que los países de América que “conquistaron” y “colonizaron” España y Portugal, que explotaron a su antojo por cerca de tres siglos estas metrópolis no se preocuparon por crear verdaderas naciones, así estas no fuera libres e independientes, situación que se prolonga hasta el día de hoy, porque los criollos americanos se preocuparon más por ennoblecerse que por establecer estados y gobiernos comprometidos con sus respectivos países verdaderamente nacionales. De ahí que estemos de acuerdo con la politóloga y filósofa germano estadounidense Hannah Arendt en cuanto enuncia y precisa que la nacionalidad es el derecho a tener derechos y a hacerlos efectivos y, precisamente, por ausencia de derechos y de su efectividad es que los habitantes de América Latina poco o nada se sienten nacionales de los países donde nacieron.

Posiblemente, por esta circunstancia especifica y concreta, los emigrantes de Venezuela, Nicaragua y Honduras ante la patente y evidente manifiesta ausencia de derechos y de la simple posibilidad de hacerlos efectivos, prefieren emigrar porque, desde la psicología y la sociología, no se sienten y tampoco se consideran venezolanos, nicaragüenses o hondureños y esto hace que procuren buscar nuevos horizontes, así estos no pasen de ser mas que simples utopías.

¿Qué pasa, entonces, con las masas poblacionales de pobres de nuestro país? La respuesta es que pueden, en cualquier momento, proceder de la misma manera y afirmamos esto porque durante el periodo histórico conocido como “La Violencia”, emigraron cerca de seis millones de colombianos a Venezuela y gente de las clases pudientes emigraron a su vez, unos a Europa y otros a los Estados Unidos.

La realidad histórica es que los ibéricos (españoles y portugueses) no constituyeron nacionalidades y tampoco regímenes republicanos, a partir de la revolución francesa, y este vacío institucional tampoco fue satisfecho por los criollos americanos ilustrados y económicamente satisfechos, porque poco o nada les importó sus respectivos países y ante los movimientos independentistas, se preocuparon más porque se les reconociera, así fuera tardíamente, títulos nobiliarios propios de las monarquías derrotadas, que por establecer regímenes republicanos con gobiernos de carácter democrático. En este entendimiento, podemos afirmar que las diásporas citadas están integradas por huérfanos de nacionalidad que buscan, por sus propios medios, cumplir con sus ciclos vitales, arriesgándolo todo. Esto es lo que está sucediendo, a nuestro juicio, en América Latina.

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