Reapareció el imperialismo norteamericano ‘regañando’ al presidente Duque

Rafael Aguja Sanabria

Sinceramente, creíamos que con la desaparición de la “guerra fría” había desaparecido, también, el imperialismo norteamericano, especialmente en relación con los Estados, naciones y pueblos de América Latina y, por lo visto, no es así para infortunio de todos.

Prueba de lo anterior son las palabras, pocas, pero dicientes, pronunciadas personal y directamente ante los medios de comunicación por míster Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, publicadas en el diario El Tiempo del día de ayer: “Colombia tiene un nuevo presidente; muy buen tipo, lo conocí, lo tuve en la Casa Blanca, y dijo que haría cosas por frenar el flujo de drogas. Ahora están llegando más drogas que antes de que fuera presidente. No ha hecho nada por nosotros”.

Nótese, que el primer mandatario “gringo” no hizo mención alguna de medidas que hubiera tomado él, desde su gobierno, contra los “importadores” de cocaína y marihuana al interior de los Estados Unidos y tampoco dijo nada sobre medidas que hubiera adoptado contra las entidades financieras que manejan los dineros provenientes del narcotráfico. Menos aún, se refirió a los exportadores de insumos y precursores químicos utilizados en los cultivos de coca y marihuana que nos llegan bajo el amparo del tratado de libre comercio.

No hay duda, hoy en día, que el narcotráfico es un gran “negocio” trasnacional que recorre toda la cadena productiva, primando la cuestión económica de la cual se derivan, al margen de la ley, múltiples beneficios, así se aplique el Código Penal bajo el enunciado de delitos contra la salud pública como aparece establecido en el Título XIII (Capítulo Segundo).

La lucha contra el narcotráfico necesariamente debía ser, cuando menos, continental, aprovechándose para tal efecto a la Organización de los Estados Americanos (OEA), dada la gravedad de la situación y no una acción aislada o simplemente unilateral de Colombia, así su legislación sobre la tierra y los recursos naturales sea permisiva, porque lo cierto es que nuestra patria, institucionalmente, es una víctima más del narcotráfico.

Así las cosas, el presidente Iván Duque Márquez, estimamos con sumo respeto, debe responderle a su colega norteamericano, pero no haciendo uso de disculpas y menos del “síndrome de Adán”, sino asumiendo la responsabilidad que nos corresponde a todos, usando para tal efecto el derecho internacional en general y el derecho internacional de los derechos humanos en particular, sin desconocer que si no hubiera consumidores a gran escala de cocaína y marihuana, muy posiblemente, tampoco habría proveedores, siendo ambos bandos culpables por igual, pues si hay demanda también habrá oferta.

Lamentablemente, las tierras de cultivo de coca y marihuana están ubicadas en nuestro país en zonas marginales que, hasta el momento, no han sido copadas por el Estado colombiano y esta circunstancia favorece, desafortunadamente, la ilícita actividad económica que se materializa en el negocio del narcotráfico, cuya represión no es solamente de cárcel y más cárcel sino realizando y llevando a cabo, entre otras determinaciones, la reforma agraria integral, como se pactó en el acuerdo de paz convenido entre el Estado colombiano y las ex Farc-EP.

Abogado Litigante

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