El Tolima es universal, ¿lo sabíamos? (II)

Alberto Bejarano Ávila

Conocer las causas históricas del éxodo tolimense y su importancia en los presupuestos del desarrollo regional exige realizar profundos análisis sociológicos para entender cuál y cómo es la relación humana que hoy subyace entre el Tolima y el mundo.
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Y, desde ésta perspectiva, elaborar y difundir el mapamundi de la diáspora, conocer sus profesiones y saberes y definir instancias para imaginar y desarrollar tecnologías que faciliten un constructivo reencuentro, digámosle virtual, entre quienes habitamos el territorio y nuestra diáspora. De ahí, en parte, mí no entendida tesis: mientras más regionalistas seamos, más universales seremos.

Ejemplo del nexo subyacente entre la región y la diáspora son las remesas que regularmente esta envía a sus familias y cuyos montos son sabidos en su intimidad, más no son registrados como porción del ingreso regional, tarea que se podría hacer con ejercicios econométricos para saber sí las remesas, como temo, tienen gran peso en las ventas de vivienda, comercio y servicios públicos. El duro corolario de tal hipótesis es que la economía regional quedaría “en cueros” de comprobarse que el mayor generador de ingresos familiares no es el aparato económico público y privado sino las remesas, o de otra manera, que los ingresos familiares no proceden tanto del esfuerzo interno sino del espíritu solidario de quienes emigraron y hoy son ignorados por dirigentes desagradecidos y por miopes estrategas del desarrollo.

Por no ser prioridad el conocer y comprender la complejidad sociológica tolimense, quienes emigraron sólo son recordados por sus familias, sus amigos y algunos analistas económicos (no tolimenses) cuando reseñan, no el fenómeno sociológico como tal, sino la contribución de sus remesas al PIB nacional. Así entonces sería obligación de la institucionalidad regional aceptar la diáspora como hecho histórico-sociológico y, luego sí, valorar la incidencia de sus remesas en el ingreso regional para saber qué clase de sociedad hemos construido, cuál es el grado de su atraso y porqué existe en el Tolima un talante retrogrado y otro universal.

Quienes residimos en el Tolima somos parte de una sociedad que de diferentes maneras ha mostrado ser incapaz de reconocer a quienes se fueron y que ellos tomaron la vía del éxodo porque en su tierra hay exclusión, pobreza y falta de oportunidades, prohijadas por nuestra demora en entender que el llamado, a veces con jactancia, “desarrollo regional” es mentira, por elemental razón: ese tal desarrollo no favorece ni favorecerá a los tolimenses mientras no nos reconozcamos como una comunidad integral capaz de construir un mejor futuro.

Para el Tolima la cuestión de lo universal no debe partir de la importancia o valoración del extranjero por la supremacía de sus ideas sobre nuestras ideas o la fortaleza de sus divisas sobre nuestras pobrezas, sino por la verdad histórica que muestra al Tolima como sociedad universal porque en todo rincón del mundo hay tolimenses (el Tolima virtual) que merecen, de nosotros (el Tolima presencial) reconocimiento, respeto y solidaridad. Continúa…

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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