Contra la obstinación, la persistencia

Alberto Bejarano Ávila

Nuestro problema común es el grave y progresivo atraso del Tolima, atraso que los líderes económicos, sociales y políticos están obligados a admitir pronta y explícitamente para no prorrogar más el examen autocrítico que hoy se hace necesario por ser punto de partida de un exhaustivo, profundo y descarnado examen de las causas del trágico problema. Creo que llegó el día en que nuestros dirigentes deben cesar las evasivas, mostrar un talante frentero y dar un timonazo radical para solucionar de raíz el progresivo desastre.
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El atraso regional se aprecia en muchas variables. Desempleo e informalidad que muestran una gravísima precariedad laboral, ahora agravada por el Covid-19; el aporte del 2.1% al PIB nacional (“4.3% fue la media en los años 60”), índice inadmisible dado que nuestro territorio es fértil en toda su extensión, biodiverso, localizado estratégicamente y con gente talentosa y diligente; el decreciente volumen del ingreso por remesas familiares recibidas del exterior, algo socialmente sabido pero estadísticamente oculto para no mostrar ineficacias; la grave asimetría espacial reflejada en que cerca del 50% de la ocupación regional lo provee Ibagué. Estas variables, entre más, muestran que el atraso tolimense es desastre que crece sin parar y que, desde ningún enfoque, visualizamos hoy soluciones novedosas para frenarlo.

Las soluciones hasta hoy planteadas son, grosso modo, las mismas cíclicamente planteadas por más de seis décadas y que, es claro, jamás dieron ni darán resultado por proceder de la errada cultura del desarrollo basada en la dependencia del centralismo económico y no en el antropocentrismo histórico. Es por ello que el desarrollo tolimense hoy es medido por las pocas excepciones exitosas y no, como debe ser, por la evolución demostrable y sostenible de cultura política, ética, cohesión social y calidad ambiental, factores cardinales para juzgar el avance cierto, incluyente, continuado y coincidente de cada sector socioeconómico.

El arraigado y trágico subdesarrollo tolimense exige soluciones impensadas o inéditas, tesis que mucho repito y por ello me tildan de repetitivo; pero qué más puede hacerse si las ideas y acciones erróneas, por ser repetitivas, llevan a una deprimente realidad, siempre regresiva y repetitiva. Espero que este retruécano sirva para ver el reverso de aquel anverso señalado por A. Einstein: “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes”. Así entonces, contra la obstinación con el ayer, la persistencia por el mañana.

La repetidera terminaría si pragmáticos, izquierdistas, derechistas, o sea todos, decidimos superar el atraso a partir de ideas y disruptivas e inéditas que así resumo: reconstruir moral, histórica, identitaria, ideológica, política y económicamente al Tolima con ideas contrarias al centralismo y más “ismos” que dividen y por lo mismo impiden que vayamos todos hacia el mismo lado. Las soluciones, complejas más no imposibles, están ahí y sólo exigen diálogo y paciencia para rescatarlas y mejorarlas y verdaderas ganas para ponerlas en ejecución.

ALBERTO BEJARANO ÁVILA

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