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Claro que como tolimenses debemos tener posición política nacional, pero ésta, a mi juicio, será incoherente sin posición política sobre el Tolima, pues ello significaría desconocer que el desarrollo empieza desde abajo (las regiones) y que una sociedad específica (la tolimense lo es) debe ser proactiva y no pasiva, dócil o mendicante del centralismo. Por ello aflige ver cómo, sin dialogar, consensuar y acordar un modelo social, económico y político y una visión estratégica para el desarrollo tolimense, temas realmente políticos, los analistas asumen lo presidencial y más asuntos del país y el mundo sin conexión a lo regional, y de ahí la paradoja del análisis lúcido y el febril clima de opinión electoral que jamás cambiarán la realidad.
Peor aún es la ligereza con que los tutores de los distintos candidatos alegan que el suyo sí traerá progreso al Tolima. Así borran de tajo la memoria histórica, atizan el espíritu gregario, ensalzan el centralismo, castran el espíritu autonómico y emprendedor e impiden construir pensamiento regionalista fundado en la identidad, la cohesión social y el empoderamiento político y económico como raíces morales, históricas y sinérgicas del progreso tolimense.
Mi voto será por la transformación y no por la continuidad o la tibieza porque solo esperaría que un gobierno progresista aúpe la descentralización y así facilite el reencuentro tolimense en un plano histórico-regional para poder vencer, desde abajo y con ideas propias, la trilogía maligna de corrupción, violencia y desigualdad que hoy enluta y arruina a los colombianos.
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